lunes, 20 de enero de 2014

Escuchar el corazón, toma II

Ahora le late más tranqui, apuradito, pero ya no ritmo colibrí. Si bien era mi segunda vez, lloré el doble; un poco porque volví a ir con inmensos nervios a la ecografía y otro poco porque estaba IC y sentí que podía llorar a mis anchas: él iba a saber llegar al ascensor, abrazarme entre piso y piso, alcanzarme pañuelitos y llevarme hasta el garage. Gracias a la destreza de la ecografista, en vez de una mancha blanca movediza metida en una bolsa sobre fondo negro vimos la cabeza (alta cabeza), el cuerpito, los esbozos de piernas y brazos. Y el corazón, que en la escena aparece titilando, como la luz de un faro que se prende y apaga. Ya tiene un tamaño que permite distinguir todas sus partes y eso lo creció en una semana; la vez anterior era tan chiquito que no se podía ver nada, solo el embrión y el saco vitelino. IC se reía y seguía, deslumbrado, el dedo de la médica por el monitor; yo no sé, hice lo que pude, miré hasta donde las lágrimas me dejaron y me dediqué más bien a sentir felicidad.
Los nervios feroces creo que los debo a que me tocó hacerme la ecografía en la semana 8 + 5 (ocho semanas y cinco días), que es exactamente el momento en que mi embarazo anterior se detuvo.
Este, por el contrario, parece querer seguir.

sábado, 18 de enero de 2014

¡Vacaciones!

Por fin llegó ese ansiado viernes, ansiado como todos pero más, mucho más, viernes preludio de tres semanas enteramente disponibles, vacías de obligaciones, abiertas al descanso. Todo quedó impecable en la oficina: papeles ordenados, instrucciones precisas, escritorio despejado, cajones vaciados de regalos/bromas entre compañeros, historial borrado, botellita de agua vacía y abierta mirando abajo en el secaplatos de la cocina. Los últimos cuarenta minutos me sentí los chicos cuando esperábamos el timbre para el recreo: dí innumerables vueltas, me levanté y me senté un millón de veces, miré por la ventana, miré la hora, chusmié qué hacían los demás, fui al baño mucho más de lo necesario, abrí los diarios digitales y así, repetí gestos y acciones mecánicamente, completamente distraída, hasta que por fin dieron las cinco y media. Entonces la adulta que habita en mí tuvo que hacer un enorme esfuerzo de contención para evitar que la niña que también vive en mí -y que se cree la reina de la casa- se abandone a la euforia que venía controlando y logre reprimir las ganas locas de salir corriendo, arrancando las hojas de la carpeta y revoleándolas por ahí al grito de vacacioneeeeeesssssss iuuuujjjjjuuuujujujuuuuuu. Por lo menos hasta que llegar a la vereda. Ahí sí, alegría não tem fim.

martes, 14 de enero de 2014

El cambio

Escuchar el corazón del bicho bolita modificó rotundamente mi situación emocional: ahora reinan en mí el optimismo y la algarabía desproporcionados, y tengo que andar llamándome a la cordura y recordándome que todavía falta, que mañana recién se cumplen las 8 semanas, que su latido no lo inmuniza, que estoy atravesada todavía por la duda del qué será.
Pero nada sirve: el optimismo sigue, desafiante, y cuando me miro la panza ya no veo un plato de ravioles que estuvo de más sino el cobijo del potrillo, el hogar de mi botón de vida, la sede de una nueva esperanza, caballito de mar, nadador de mis profundidades. Y de pronto todo se empieza a organizar en función de esta semilla latiente: las vacaciones, por ejemplo, que cambiaron de fisionomía un millón de veces desde noviembre a esta parte y que ahora se ajustan a un plan más tranquilo, el mar. Le tachamos la doble a la carpa, al espíritu aventurero y explorador: este manchado que tuve, el reposo, la mejoría absoluta hacen que no queramos arriesgarnos, que prefiramos la calma de lo conocido, la quietud, la familia que va a estar en el mismo lugar. Todas las cosas se reubican y ya nada nos importa, ni los grandes decorados, ni las vacaciones para el recuerdo; solo necesitamos estar juntos y un poco de tiempo libre para compartir y soñar.

viernes, 10 de enero de 2014

Corazón al galope

Resulta que tengo un potrillito en la panza. Lo escuché galopar en la sinfonía más conmovedora que podré oír nunca: tucutú tucutú tucutú tucutú. "¿Lo escuchaste?", me preguntó muy tierna la ecografista, y tuve que taparme violentamente los ojos para intentar contener la catarata de lágrimas que estalló como respuesta. Finalmente, después de tres días de suplicio con un leve manchado marrón que me tuvo viviendo al borde de la angustia irracional, me fui a la guardia para que me vean. Fui sola porque era imposible que IC me acompañara temprano y yo sentía que no podía esperar más: tenía que ir, tenía que saber si ahí adentro había algo o qué. Sola o acompañada, necesitaba terminar con la intriga y el miedo. Así que agarré un paquete de carilinas y allá fui. 
En la ecografía no encontraron nada anormal: la arveja está agarrada, minúscula, de un costado mío, en el centro de mi ser. Está, existe y tiene un corazoncito que galopa. No hay hematoma, no hay desprendimiento, no se ve nada que justifique este maldito manchado. Me indicaron que haga vida normal, pero gracias a mi jefa, que a veces se porta y mucho, volví a mi casa a hacer reposo. Y en todas las horas que llevo acá, echada cual ballenato encastrado, ni una gotita, ni una tonalidad sospechosa, nada de nada. 
Me parece que se tienen que terminar los viajes de una hora parada en el colectivo. Es hora de empezar a sentarme en el asiento reservado.

miércoles, 8 de enero de 2014

Vivir sin saber

Mis miedos me atan a la silla y me cortan las alas, me hacen pensar que esa redondez que veo ahí abajo es porque comí pan en la cena, me preparan para lo peor y corren a apagar las sonrisas allí donde se enciende una ilusión. Mis miedos hacen que cada vez que vaya al baño baje la bombacha de un tirón; me hacen observar el papel higiénico mojado con atención de desarmador de bombas, me obligan a sacar cuentas, comparar, tratar de recordar detalles olvidados, buscar calendarios viejos y obsesionarme con el pasado. Hacen que cuando leo "Usted está en la semana 7, ahora se está formando bláblá" primero sonría y después dude. A veces me toco la panza y pienso "resistí", y al segundo siguiente me preguntó si le estaré hablando al vacío.
Leo por ahí que es un lugar común temer por la salud y bienestar del embrión, pero yo me pongo mística y me pregunto si será que estoy teniendo un mal presentimiento. Jamás tuve un presentimiento que se cumpla, pero igual, tengo tanto miedo. Después pienso en el tío Pancho y su famoso "si tiene que ser, será" y trato de relajarme y de disfrutar de esta ilusión. Recién tengo la ecografía el 20 de enero, son muchos días sin saber.

lunes, 6 de enero de 2014

Una consulta surreal

Mi ginecólogo me dijo claramente la última vez que nos vimos: "Cuando vuelvas a quedar embarazada vení a verme". Sin embargo, al llamar para tomar un turno me encuentro con que me dicen que no es obstetra. Sorprendida, pedí un turno con otra doctora para no perder el tiempo, pero igualmente quise sacarme la duda y fui a verlo por la guardia. Pido por él, paso credencial, DNI, "Te van a llamar por el consultorio tal con este numerito". Listo.
Me llaman; entro y esta es más o menos la conversación que siguió:

Yo: "Ah, no, perdón, debe haber un error, yo pedí por el Dr. Fulanito".
Él (un señor mayor, pasadito ya de la edad jubilatoria): "Evidentemente no soy el Dr. Fulanito".
Yo (parada, sin saber si terminar de entrar o irme a aclarar la confusión en recepción): "No, claro, veo..."
Él: "Pero vení, pasá, pasá, que si es para verte un resultado da lo mismo que lo vea yo...
Yo: "No, es que no vine a traer resultados..."
Él (con tono irónico): "Ah, buaah, sos una genia..."
Yo (con la ceja derecha visiblemente en alto): "Es que no vengo a tener una consulta, vengo a conversar un tema con el Dr. Fulanito, que es mi médico".
Él: "¿Pero te pidieron estudios?"
Yo: "Sí, todavía no me los hice, pero entre ellos me pidieron un montón de cosas que ya tengo hechas hace dos meses, como VIH, Hepatitis, toxoplasmosis, rubeola, chagas, etc. etc."
Él: "Y bueno, tachaaaalos, ¿cuál es el problema?" (como si fuera súper obvio que uno puede intervenir una orden con birome y regla)

Hubo una conversación aburrida en el medio que les ahorro, pero que incluyó varios "En mi época blablá", "A tu médico no le gustan los sobreturnos", "Lo que está pasando ahí adentro a nivel celular es increíble", etc. A medida que pasaban los segundos me fui dando cuenta de que nunca iba a poder ver al Dr. Fulanito así que intenté aprovechar al máximo la molestia de haber ido hasta ahí con un par de dudas que tenía pensadas:

Yo: "Le hago una pregunta, ¿qué puedo tomar para el dolor de cabeza?".
Él: "Paracetamol hasta que te mueeeras. También podés tomar un ibuprofeno cada tanto, a menos que seas de las que se están falopeando (SIC) todo el día con pastillas...".
Yo: "Ajá. Muy bien.Y teñirme, ¿puedo?"
Él (visiblemente fastidiado): "Peeeeero, estas mujeres yo no las entiendo...¡Ya te embarazaron! ¿¿Para qué querés teñirte?? ¿Ahora te querés hacer la linda? (SIC) ¿Querés que te hagan el salto del tigre también? (SIC). ¿Ves? (agitando dedito acusador), el salto del tigre es peligroso para el embrioncito a esta altura... Yo te recomiendo que te saques un turno con una obstetra y blablá conversación aburrida, yo ya con la risa socarrona encastrada en la boca, arrastrando la cartera y la bolsita con los estudios, la mano en el pomo de la puerta, lista para huir del Dr. Chapatín del consultorio 3.
¿No es una locura?

sábado, 4 de enero de 2014

Mis hormonas y yo

Mis hormonas iniciaron una revolución silenciosa adentro mío. La primera señal fue que las tetas se me endurecieron como piedras (dolor); la segunda, que lloro todo el tiempo sin razón, y cuando lloro con razón, lloro muuuucho más de lo normal. IC ya se está acostumbrando a no preguntarme qué me pasa cada vez. A veces recuerdo algo gracioso y empiezo a reír  y a reír y luego termino llorando. Inexplicable. Por lo demás, solo algunos pinchazos, dolores como de ovario, algo de calor en la panza y nada más. Ah, no, mentira: por momentos tengo un cansancio demoledor en el cuerpo, como de gripe pero sin dolor. Entonces me arrastro hasta la cama, me quedo un rato tirada con las piernas en alto y 15 minutos después estoy como nueva. Vamos por la semana 6 y yo cuentos los minutos y segundos que faltan para superar las 8, que fue lo que duró mi embarazo anterior; después iremos por las 12 (los tres meses fatales) y luego por todo lo que resta. De a poco. Baby steps.
Se supone que la arveja ya tiene un corazoncito que late, y que mide medio centímetro aprox. El lunes al mediodía tengo el primer control con la obstetra.
Tuve una experiencia surrealista con otro médico en el medio, pero eso es toda una anécdota en sí misma.