Me sentí un poco triste a la mañana, me senté a llorar al lado del altarcito de Emi como hacía rato no me pasaba; lo limpié todo, le canté su canción preferida, prendí una velita, quemé palo santo y tomé mate en silencio, hasta que se levantó IC y desplegó su magia para que ese día no fuera tan bajón como empezó. Me dijo "voy a comprar facturas" y volvió con una caja que había dejado en el auto para que yo no descubriera la sorpresa, así que tuve mi regalo enviado desde el cielo por correo privado. Emilia me mandó unas lindas zapatillas a través de su papá y a la tarde me regaló un hermoso atardecer.
Fue un día raro, por suerte ni taaaan triste ni tan lacrimógeno como esperaba. Pocos me saludaron y eso me dolió bastante, mi mamá me mandó un mensaje hermosísimo, mi hermana, una prima y mis más íntimas amigas, pero el resto de la familia, silencio. Creo que nadie sabe qué es lo mejor, si decir algo, si no decir nada, si dejar que el día pase lo más desapercibido posible o qué. Yo no entiendo cómo alguien puede creer que el silencio puede ser mejor que hablar y sacar las emociones afuera, cómo puede alguien pensar que "negarle" o "ignorar" o "ningunearle" a una mamá el estatus de madre, el título que más feliz la hizo en la vida puede ser mejor que una frase de consuelo, pero bueno, yo soy muy de hablar e hice muchos años de terapia. Para mí lo que se calla se sienta en la mesa, ocupa un lugar pesado, viscoso, y me incomoda. Por el contrario, exorcizo el dolor hablando, pero eso es muy personal.
Nuestras alianzas cumplieron un año y decidimos que vamos a grabarlas con el nombre de nuestra hija en su interior. Después de todo, ella nos las regaló ♥
En fin, pasó el día y yo sentí una prueba más superada. Ahora quedan por delante nuestros cumpleaños, las fiestas y, por supuesto, el aniversario de un año desde que Emilia emprendió su vuelo. Un paso a la vez.