miércoles, 24 de febrero de 2016

Vivir flotando

Desde el jueves pasado que vivo en una nube, una nube esponjosa y azucarada de la que no quiero bajar. No recordaba cómo era sentirse feliz, pasé tanto tiempo en pena que esto que estoy viviendo se siente como una inyección intravenosa de cafeína. Pienso en el futuro y me emociono, se me llenan los ojos de lágrimas (de alegría) unas 15 veces por día, promedio.
Mi hermana irrumpe con sus conflictos irresueltos y sus reclamos, reflota papiros de cosas que dije hace un lustro, y yo me siento a mil millones de kilómetros luz, siento que conocí en primera persona los verdaderos problemas y que ya no hay lugar en mi vida para esa clase de mala sangre; ningún conflicto familiar puede afectarme como en la era pre-Emilia, ni tampoco puede opacar esta alegría nueva que se me tatuó en la cara, que se me escabulló en el corazón, que me dominó el alma.
Igual, qué pena, sobre todo por ella. Pero qué alegría, sobre todo por mí.

jueves, 18 de febrero de 2016

Está, late, salta y patea

Me acosté en la camilla al borde del desmayo, y traté de pensar en nada mientras me ponían el gel en la panza y empezaban a buscar en el monitor. Instintivamente lo miré a IC, que estaba parado a mis pies, también mirando la pantalla, y cuando vi que empezaba a sonreír y a ponérsele vidriosos los ojos, supe que estaba bien. Le pregunté levantando las cejas en silencio y me contestó con la cabeza "Sí", un profundo y afirmativo sí que confirmaba que el bebé estaba bien, estaba vivo, lo veía moverse. Y ahí me largué a llorar exageradamente, como hago siempre que me alivio después de un gran estrés, y la doctora me calmó, me rotó el monitor para que lo viera y me tranquilice, y luego nada, nos reímos con cada protesta de la médica, que se quejaba de que era demasiado movedizo, que no se quedaba quieto jamás. Quieto jamás, qué hermoso suena.
Todas sus medidas dan bien, y, conociendo los antecedentes de Emilia, la doctora se tomó la molestia de mostrarnos en detalle su corazón: "¿Ven? Acá se ven claramente las cuatro cavidades; a priori, en lo que se puede ver en esta etapa, a nivel cardíaco pareciera estar todo bien". Y ahí ooootra vez a llorar, que es la alegría que a uno lo desborda, el alivio, qué se yo, tantas, tantas cosas...
"¿Quieren saber probabilidad de sexo?", nos preguntó. "OTRA NENA". Y sí, cómo no iba ser así...
Por primera vez desde que me enteré del nuevo embarazo siento una alegría enorme. Siento alivio. Siento felicidad. Sé que todavía nos queda muchísimo por delante, sin ir más lejos, el scan fetal, el cuco de mi mente. Pero hoy, en este momento, ahora mismo, ya, no puedo dejar de sentir felicidad y de pensar en mis hijas, Emilia y Elena ♥

lunes, 15 de febrero de 2016

La ecografía que me espera

Este próximo jueves voy a estar de 12 + 6, o sea, casi 13 semanas, y tengo turno para la TN plus: la ecografía que mide no solo la translucencia nucal (que supuestamente sirve de indicador para ciertos problemas del bebé), sino que combina ese resultado con los de un análisis de sangre que mide dos hormonas secretadas por la placenta. Toda esa información combinada va a arrojar ciertas probabilidades que son las que se supone que tengo, por mi edad y por mis niveles de hormonas, de tener un hijo con síndrome de down o alguna otra afección congénita. Probabilidades que, de dar muy aumentadas, seguramente conllevarán a la tan -por mi- temida punción de las vellosidades coriónicas.
Este estudio me despierta muchas emociones y casi ninguna buena. ¿Por qué? Porque siento que en mi caso, no sirve para nada. Voy por partes:

• En el caso de Emilia, no hice la versión "plus" de esta ecografía (no me la indicaron), pero la medida del pliegue nucal me dio perfecta: 1 mm. De libro. No debería haber dado bien, siendo que mi hija tenía un corazón con ventrículo único.
• Estos estudios detectan cuestiones genéticas, en los cromosomas del bebé. En el caso de Emilia, el análisis genético que se le hizo al nacer demostró que sus cromosomas estaban perfectamente, su problema no tenía un origen genético, sino que había sido una malformación azarosa sucedida al momento de desarrollarse su corazoncito. Según entiendo, estos estudios no hubieran detectado su problema, y supongo que tampoco lo harían en todas las malformaciones posibles que no tengan un origen genético.
• Tengo la impresión, tal vez infundada, de que estos estudios están pensados para que uno pueda interrumpir el embarazo en caso de un resultado desalentador. En mi caso particular, no hubiera terminado el embarazo de Emilia aún si hubiera estado a tiempo de hacerlo y dudo que vaya a hacerlo en este caso tampoco, a menos que se trate de algo terrible para el bebé. En líneas generales soy una optimista perdida, y creo que siempre voy a apostar a lucharla contra viento y marea.
• Lo cual me lleva a pensar en para qué corno me lo hago. Si bien conocer en la semana 22 del embarazo el problema con el que venía Emilia nos ayudó a prepararnos psicológicamente para enfrentarlo y a organizar su nacimiento en el lugar más adecuado posible, etc., la realidad es que nos amargó el embarazo desde muy temprano. O sea, enterarme en la semana 13 de que mi bebé viene con algún problema que no puedo remediar me arruinaría el embarazo de manera bastante gratuita.

Hago la importante aclaración de que el problema de Emi se evidenció a través del scan fetal, estudio que no cuestiono en lo más mínimo, ya que sirve para detectar un montón de cosas del bebé, de la placenta, del cordón umbilical, del líquido amniótico, etc., muchas de las cuales sí tienen solución o por lo menos se puede tomar medidas para paliarlas. Lo que me pregunto es cuál es la utilidad, no en general, sino en mi caso absolutamente particular, de hacerme esta TN plus, que de todas maneras, a pesar de todo, voy a hacerme sin chistar, solo porque me la indicó mi obstetra en quien confío, y punto.
Creo que lo que estoy haciendo en esta entrada es decir "al cabo que ni quería", porque tengo tanto miedo de que me dé mal, tengo tanto maldito terror de volver a pasar por todo lo que pasé, que preferiría no hacerme una ecografía nunca más y vivir como en la época de mi mamá, donde te escuchaban el corazón del bebé a través de una corneta que te apoyaban en la panza y chau picho, cuando nazca te enterarás si es nena o nene, si es sano o no, si tiene todo en su lugar y cinco dedos en cada mano. Creo que simplemente es el miedo el que habla por mi boca.
Voy a enfocarme en que esta es una nueva oportunidad para ver al bebé, y en que tal vez, con un poco de suerte, este estudio me diga que "probablemente" todo esté bien, y, lo más importante, que tal vez yo pueda creerle.

viernes, 12 de febrero de 2016

12 semanas, por fin

Hoy, doce semanas de embarazo y siento como si hubiera llegado al casillero "cielo" jugando a la rayuela. Al mismo tiempo, una ansiedad bárbara va y viene, golpeándome por oleadas: desde que el manchado se fue, hace ya casi 20 días, perdí comunicación mental con mi útero. O sea, hasta ese momento yo sabía a ciencia cierta que el embarazo estaba y mi miedo era perderlo; pero después de los manchados, si el embarazo sigue o no, para mí es un misterio. Creo que continúa porque la panza sigue hinchadita allá abajo, a la altura de la cesárea, y porque en los momentos de calma "me siento embarazada". Por lo demás, ningún síntoma es de fiar (con la cantidad de progesterona que me estoy metiendo es imposible), y todavía estoy en ese limbo en el que el bebé puede estar bailando una chacarera ahí adentro que una ni se mosquea. No veo la hora de empezar a sentirlo; sé que falta como un milenio todavía, pero QUÉ GANAS.
Mi próxima ecografía es el jueves que viene; no veo al bebé desde la semana 7 y hasta entonces, ninguna certeza de nada.
(Igual, qué alivio saber/creer que llegamos hasta acá ♥)