martes, 2 de mayo de 2017

Los dones que le deseé

A pesar de que rompí bolsa el 25 de agosto a las 6.30 de la mañana, Elena terminó naciendo a las 9.50 hs por cesárea, después de dilatación cero y un monitoreo de casi una hora que daba "no reactivo": la beba no se estaba moviendo lo esperado y eso no era buena señal. Finalmente descubrimos que solo tenía fiaca, pero como podría haber sido por algún problema y nadie quería correr riesgos allá fui, a quirófano de urgencia, tan contenta, con mis contracciones y bolsa rota, que al menos me permitieron pispear de qué se trataba un parto. Lo importante era que naciera sana y salva, y si podía ser una "linda" cesárea, mucho mejor. Y lo fue, en el sentido de que IC pudo estar conmigo desde que me pusieron la anestesia en adelante, yo estaba super tranquila, concentrada y emocionada, y una vez nacida ella en todo momento se priorizó el contacto bebé-mamá. Tanto es así que ni bien nació me la pusieron al pecho por unos largos minutos y después de controlarla muy rápidamente me la volvieron a traer, así que me terminaron de coser con Elena encima e IC al lado, extasiados, conociéndonos, reconociéndonos, desbordados de tanto sentir y enamorándonos otra vez de ella, ahora de este lado; y así nos quedamos un rato largo los tres, en el quirófano en penumbras, porque como no había todavía habitaciones disponibles nos dejaron comenzar a construir nuestra vida juntos ahí.
Cuando -finalmente- se liberó una habitación, IC tuvo que ir a buscar nuestros bolsos al locker y no sé, por una serie de sucesos relacionados hubo unos rarísimos minutos en los que quedamos solas las dos, así que usé ese tiempo precioso, esa improvisada intimidad para hacerle una pequeña ceremonia privada en la que le desee y, de alguna manera, le "ofrendé" -si es que tales cosas pueden "regalarse"- los tres dones que me salieron del fondo del alma para ella:
* Lo primero que pedí fue que lleve la alegría adentro, que tenga siempre esa llama calentándole el pecho, motor de la vida, que no la abandone nunca, nunca, nunca, ni aún en los peores momentos, que siempre encuentre la excusa para sonreír.
* Lo segundo que le desee fue que tenga el don del coraje, para enfrentar sus deseos y hacerlos realidad; porque sí, me parece que también hace falta mucho coraje para ser feliz, hay que pelearla...
* Y lo tercero que me salió fue pedir que tenga amor: que sea capaz de amar mucho y sincero, y también que sea muy amada, pero por sobre todo, que sepa dejarse amar, que parece una pavada pero no, no todo el mundo sabe abrirse al amor, ojalá Elena sí.
Recuerdo esos minutos como un tesoro inesperado, un momento que se nos regaló, una ventana en el tiempo y el espacio: nosotras acá abajo, la estrellita allá arriba, un nuevo camino que latía hacía minutos, un círculo infinito de energía y mucho amor.
Fue un comienzo mágico, y lo voy a recordar siempre.