viernes, 28 de marzo de 2014

La manta

Pensé que el entretenimiento me iba a durar meses. No sé por qué pensé algo así, era obvio que me iba a enganchar y que la iba a hacer en dos o tres fines de semana. Y más que mantita diría que es una manta para cuna, aunque no sé exactamente cuánto mide una cuna. Hay mucho por aprender... 
En fin, este es el resultado:

La mantita terminada

jueves, 27 de marzo de 2014

Lo raro

Es rara mi mente. De pronto estuve cuatro años esperando un embarazo que llegue a buen puerto; un buen día parece que lo logro y soy toda felicidad y euforia, temor y alegría, un avispero de emociones descontroladas. Va pasando el tiempo y me descubro totalmente inmersa en la situación con una normalidad que me asombra y que a veces me da ganas de cachetearme. Me sorprende estar tan habituada a esta situación como si fuera normal, como si no me hubiera costado un huevo llegar acá, como si no me hubieran marcado a fuego para siempre el miedo y la inseguridad de no saber si algún día este sueño dorado iba a poder ser realmente. A veces me siento ingrata y pienso que debería estar más concentrada en agradecer y valorar cada instante de este proceso. A veces siento que necesito soltar y avanzar.
 

viernes, 21 de marzo de 2014

10 años

Hace diez años IC me acompañaba a la parada de colectivos después de una noche de asado y mucha charla y en vez de despedirme me daba un beso que prolongó la conversación, café con leche mediante. Al otro día me dio las llaves de su casa, y yo pensé que qué bueno encontrar un loco como yo, con tantas ganas de amar. También pensé que o bien esta relación seguía para siempre o bien yo iba a terminar rota en mil millones de pedazos, pero por suerte parece que los dos seguimos con ganas de lo primero, así que por ahora permanezco enterita.
Y multiplicada 

viernes, 14 de marzo de 2014

El viaje

Entre sexto grado y quinto año viví siete años en una provincia del interior del país. Recuerdo esa etapa con mucha felicidad, no solo porque fue el primer período de estabilidad geográfica en mi vida, sino porque por primera vez habitaba en un lugar donde se podía jugar en la vereda. Nuestra casa tenía un patiecito con pasto, una parrilla y dos árboles, y solo eso ya marcó una diferencia enorme para todos nosotros, pero sobre todo para mi hermana y para mí: en el verano se abría la temporada de pelopincho y almuerzos bajo el duraznero, jugábamos a manguerearnos, nos tirábamos bombitas de agua, andábamos en patas. De ese patio también me acuerdo las noches hacia el final de mi estadía, cuando salíamos con mamá a fumarnos un puchito y a mirar las estrellas, siempre hablando de bueyes perdidos, tiradas en alguna reposera de playa.
Además de tantos hermosos recuerdos, de aquella época me llevé también muchas de mis más queridas amigas. Por suerte vinieron a estudiar a Buenos Aires como yo, así que tuvimos unos años extras, los mejores, de yapa. En el medio mi familia volvió a radicarse en Capital y a la larga allá en la provincia solo me quedaron ellas, que al terminar sus carrera, algunas antes, otras después, todas se fueron volviendo al pago. De esto hace una pila de años, como catorce, pero desde entonces seguimos manteniendo nuestra amistad como una bandera. Al principio sobrevivió a base de llamados telefónicos, mails y hasta cartas. Después llegaron el chat, los celulares y sus mensajes de texto, Skype, ahora Whatsapp y paradójicamente cada día vamos sintiéndonos más cerca, más cotidianas. En todos esos años yo fui millones de veces a verlas y ellas vinieron otras tantas. Nos caímos de sorpresa, nos mandamos encomiendas, hice trámites del título de alguna, me bancaron veranos enteros. A veces pasaron dos años sin que nos viéramos, pero jamás importó. Bastó que nos reencontremos para sentir que fue ayer, que somos hermanas, que siempre estuvimos y siempre estaremos.
Últimamente estuve pensando mucho en ellas, en cuánto las quiero y cuánto las extraño, más allá de que esa nostalgia ya se haya convertido en costumbre, y decidí ir a verlas para pascuas; sola, sin IC. Quiero tener mi ritual, el viajecito de despedida de la vida pre-bebé. Que me vean con panza, que charlemos, tomemos mate y riamos durante cuatro días. Como frutilla del postre, mi amiga N., la de Córdoba, que también es del grupete y también está embarazada, decidió lo mismo.
Así que va a ser un hermoso aquelarre, y yo no veo la hora de que llegue abril.

jueves, 13 de marzo de 2014

Unidas en la espera

Tengo una gran amiga, N., que hace un par de años apostó fuerte al amor y se fue a vivir a Córdoba, siguiendo un "guaso" que había conocido en un crucero un año antes. Esta misma amiga, pisciana romántica perdida, es la que casi diez años atrás sospechó que IC y yo estábamos "a punto caramelo" y -muy disimuladamente- organizó un encuentro que propició lo que todavía dura. Obviamente, 8 años más tarde sería nuestra emocionada testigo de casamiento. Con ella compartimos ciclos vitales, tuvimos epifanías en conjunto, descubrimos cuánto nos importaba el amor a pesar de habernos comido el papel de las "estudiantes universitarias-independientes-todo-me-chupa-un-huevo". En fin, la vida nos fue pasando más o menos por el mismo lado, y a pesar de que a veces yo tiendo al ostracismo o de que su concepto tan intenso de la amistad me agota un poco, nos sentimos bastante hermanadas.
La cuestión es que cuando estaba de vacaciones, transitando la décima semana de este sueño cumplido, un mensaje de whatsapp de N. me avisaba que tenía entre sus manos un evatest positivo y que quería que fuera yo la primera amiga en enterarse. Emoción, algarabía, ganas de abrazar el vacío y también un poco de celos por robarme protagonismo -porque sí, seamos honestas: en un algún lugar de mí hay un componente de mezquindad que domino a latigazos-, se sucedieron aceleradamente en una montaña rusa de emociones que después se calmó, cediéndole la escena a la alegría, a la complicidad, a la unión todavía mayor. Me afloraron ganas de explicarle todo lo poco que había ido aprendiendo en esas pequeñas semanitas, de tejerle una manta al término de la mía, de preguntarle cómo estába y qué sentía, y me alivió comprobar que la fiera del egoísmo había sido encerrada bajo siete llaves.
Mi amiga y yo nos llevamos exactamente 5 semanas, y estamos unidas en la espera

jueves, 6 de marzo de 2014

Todo lo que no sé

Voy enterándome de todo por partes. SUEÑO con una oficina de la embarazada donde uno pueda ir a buscar información respecto de todos los trámites, derechos, beneficios, autorizaciones, estudios, etc. etc. que incluye esta hermosa y -por mí- desconocida etapa. Pero no, no hay. Muchas mujeres tienen la suerte de que sea la obstetra la que las va guiando; la mía me encanta pero no me dice ni mú. Me encanta porque es muy suave y tranquila, pero ciertamente desde otra perspectiva también podría decirse que es un poco parca. Para nada te va a decir "A ver mami...", ni te va a contar que tenés que tramitar el alta para el Plan Materno Infantil, ni te va a decir que tenés que autorizar ciertas órdenes en la obra social, ni te va a contar que con el susodicho plan tenés derecho a unas buenas cremas gratuitas. No. De todas esas cosas te vas a enterar directamente en el mostrador de la clínica, o cuando llames para pedir un turno, o cuando te cuente una amiga, o cuando 10 minutos antes de realizarte el estudio tengas que pagarlo en efectivo porque la orden está mal autorizada (cosas que pasan).
Así que, attenti:
♥ Existe algo que se llama Plan Materno Infantil (PMI) que cubre el 100% de la atención integral del embarazo (lo cual incluye, por supuesto, toda medicación que la madre deba consumir durante la gestación). Aquí se pueden conocer en detalle todos los estudios, beneficios y alcances del programa.
♥ Cada obra social implementa de distinta manera el acceso a este plan. Algunas dan un carnet aparte, otras solo exigen que en las recetas y ordenes el obstetra indique que pertenecen al PMI. Lo que siempre hay que hacer es darse de alta. Por eso es importante llamar a la obra social al quedar embarazada para averiguar cómo hay que hacer para eso.
♥ Algunos estudios suponen una autorización por parte de la obra social. Esto nos lo avisa la institución en la que queramos sacar el turno, pero hay que llamar a la obra social para preguntar cómo es exactamente el tramite que tenemos que hacer (Parece una imbecilidad, pero juro que no lo es: en mi experiencia, nadie te dice todo completo y de corrido de una).
También sé que hay que hacer algún trámite en la ANSES, pero esas son palabras mayores.