lunes, 27 de junio de 2016

Ecografía 4 D

"¿Lo decís vos o lo digo yo?", le tiré a IC ni bien salimos, con las narices y ojos colorados, abollando pañuelitos descartables después de hacer la ecografía 4D. "Sí -me contestó él, anticipándose- son un calco". Es que ni bien asomó en cámara nuestra pequeña ranita, nuestra hijita arco iris, botón de vida, ahí, toda seria al principio y sonriente después, con sus ojitos que se abrían y cerraban como ejercitándose a ver, ambos vimos lo mismo: las hermanas se parecen. La misma nariz, el mismo corte de cara, no sé, algo, ahí, marcando el lazo invisible entre ambas, ese hilo rojo que tal vez solo nosotros veamos, que nos enorgullece y nos emociona en partes iguales; Elena, la bella y luminosa Elena, tan Elena y tan familia, tan hija y tan hermana, singular, única y también compartida. Y fue llorar de alegría mientras la veíamos agitar sus manos y fruncir el ceño, abrir la boca, sacar la lengua, ponerse las manos en la cara, sonreír, moverse, vivir y latir, en la panza redonda y gigante. Y fue llorar de alegría, mientras escuchábamos decir "Está todo perfecto, chicos, tranquilos", porque sí, por eso de que siempre lo normal nos resuena a una bendición que no terminamos de asumir; pero también fue llorar de tristeza, de añoranza, de "saudade", de emociones movidas y alborotadas porque sí, Elena, con todo nuestro corazón te esperamos Elena, y sí Emilia, todo nuestro corazón también es tuyo, te amamos y te extrañamos, hija, para siempre.
 

martes, 14 de junio de 2016

¿Un parto vaginal?

Cuando nazca Elena van a haber transcurrido (exactamente) dos años desde la cesárea de Emilia. Yo sé que hoy en día ya no se considera como antaño que una cesárea implica sí o sí otra cesárea, pero también intuía que "lo más fácil/cómodo" para mi obstetra sería programar un día y "te veo en el quirófano". Por eso la última vez que la fui a ver saqué tímidamente -y abriendo mucho el paraguas- el tema: "Ya sé que falta un montón todavía... peeeero para irme haciendo a la ideeeea, quería saber sin considerás que sí o sí voy a cesárea o si podemos arriesgarnos a intentar un parto natural", le tiré sobre la mesa mientras me completaba unas órdenes. "¿Vos qué querés?", fue lo primero que me preguntó, y esa sola pregunta me recordó porqué la quiero tanto y porqué confío tanto en ella. "Y... a mí me gustaría intentar un parto natural". Y así fue como me explicó que para que tuviera un parto vaginal tenían que darse muchas condiciones:

1) Que tuviera líquido amniótico suficiente como para esperar el tiempo que haga falta porque
2) Después de una cesárea no se puede usar oxitocina para desencadenar el parto, ya que las contracciones que provoca pueden ser muy violentas y llegar a romper el útero (claramente no queremos eso)
3) O sea que tanto Elena como yo tenemos que estar óptimas como para poder aguantar hasta que se desencadene solo el parto
4) Tengo que estar dispuesta a que sea un parto muy natural, con poca anestesia e interviniendo lo más tarde posible
5) Y tengo que ser consciente de que tengo probablemente altas chances de terminar en cesárea porque al primer riesgo de nada "no voy a dudar en lo más mínimo y te la voy a hacer".

Yo solo escuchaba "existe la posibilidad", "existe la posibilidad" y estaba contenta como perro con dos colas.
-"Bueno, entonces existe una posibilidad...".
-"Digamos que no tenés un 'no' rotundo. Vamos viendo cómo se va dando todo. Pero sí, existe una posibilidad".

Felicidad extrema ♥

jueves, 9 de junio de 2016

Ecocardiograma NORMAL

Por tener antecedentes de cardiopatía congénita nos mandaron a hacerle a Elena un ecocardiograma fetal, por protocolo. Ya tenía la semi-calma de que hubiera dado todo bien en el scan fetal, pero no sé, ese camino hasta el sanatorio, esa espera a que nos llamen, esa situación en general me incomodaba; quería pasarlo rápido. El mismo doctor que la estudió a Emilia en la panza, el mismo al que fuimos a ver al hospital de niños con ella en brazos. Se acordaba de nosotros, y fue especialmente tranquilizador: "Está todo perfecto, todo lo que se puede ver está genial". Y otra vez ese alivio que parece un bálsamo corriéndome por la cabeza hacia abajo, esa ola violeta que me abraza chorreando una calma dulce y tibia que siempre me sorprende. Me doy cuenta de que estoy tan preparada para la guerra, que la paz me deja entre perpleja y expectante, con esa sensación que tiene uno cuando cree que se olvidó algo al salir, pero no recuerda qué.
Con extrañeza o no, bienvenida, paz. Te esperaba hace mucho, vení, pasá. 

martes, 7 de junio de 2016

Semana 28

La gente me pregunta cómo estoy y yo siempre sonrío y contesto "Bien, re bien". Me miran la panzona y siento que están esperando que me queje, así que por cortesía, para no decepcionarlos, les cuento que estoy anémica y con infección urinaria y se quedan conformes, pero después agrego que eso dicen los papeles, porque yo me siento genial, no me doy cuenta de nada. Me siento feliz, agradecida, siempre agradecida, a cada instante agradecida. Me río todo el tiempo, estoy de buen humor. Y cómo voy a estar, si me siento en Disneylandia. A esta altura con Emilia estaba tremendamente angustiada, lidiando con la aceptación de lo inesperado, haciendo un curso de cardiología acelerado, leyendo todo el día de estadísticas, posibilidades, operaciones, pronósticos, casos que salieron bien, casos que no... Ahora leo sobre bebés recién nacidos. Es un abismo, la diferencia. Me regalaron un libro que se llama "El maravilloso mundo del recién nacido" y disfruto cada cosa que dice porque no puedo creer que todo salga así, bien, "normal". Lo normal es una bendición, un milagro. Hay que ser conscientes de eso. Hay que agradecer mucho, siempre agradecer.