sábado, 30 de noviembre de 2013

PD: Cuando le conté a mamá

El día que le conté a mamá la experiencia que habíamos atravesado me emocioné un poco y la voz se me entrecortó. Detesto que me pase eso: cuando cuento algo que me llega muy adentro del alma se me corta la voz. Primero temblequea, después hace huelga, y ahí ya viene lo de la nariz colorada y toda esa historia. En general mi mamá tiene problemas para manejar las emociones, pero esta vez abandonó la banqueta en la que estaba sentada frente a mí, del otro lado de la barra de la cocina, le dio la vuelta, me abrazó y se puso a llorar conmigo. Y me conmovió profundamente. Y me hizo mucho bien.

jueves, 28 de noviembre de 2013

38 velitas

Este es un cumpleaños extraño. Estuve tan distraída últimamente que se me vino la fecha encima sin que me dé cuenta. Hoy recibo saludos y me dicen que lo mejor está por venir, que este es mi año, que se me van a cumplir todos los deseos, que ya voy a ver. Yo sonrío y elijo creer fervientemente que sí. Algo de mágico hay en los cumpleaños, las velitas, los deseos, así que, sí, gracias, me voy a adueñar de toda esa buena onda y esos hermosos deseos, y voy a hacer de este año que estoy estrenando toda esa maravilla que me anticipan.
 ¡Salú! 

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Volver a intentar

Varias charlas con IC, llamado al médico, y ya está, decisión tomada: volvemos a intentarlo en enero. Esta vez vamos a probar durante nuestras vacaciones, para evitar andar corriendo de un lado a otro y los nervios y las preguntas de mi jefa y las horas en la oficina que no se pasan más. Si luego hace falta un nuevo intento, bueno, será en circunstancias normales porque tiempo libre ya no nos va a quedar (ni dinero para intentarlo, supongo).
Estamos muy comprometidos con el plan, más que antes diría. Ahora estamos pasando por la fase de "conectarnos con nuestro deseo". Yo soy muy de la fe ciega en la ciencia, por lo que en el tratamiento anterior realmente no me preocupé demasiado ni por los nervios, ni por la concentración, ni por estar conectada con lo que me estaba pasando desde una postura que no fuera racional, porque creo que si existen hijos fruto de violaciones, quiere decir que ni el estrés, ni el deseo, ni nada subjetivo importa realmente. Peeeero, como esta es una circunstancia completamente diferente (y necesito aferrarme a algo que me de la ilusión de que hay algo que yo puedo hacer), siento que es momento de conectar con mi deseo y con esa parte espiritual que, guardada bajo siete llaves o no, en tanto seres humanos, todos tenemos. Y se ve que a IC le está pasando lo mismo, porque de pronto viene y me dice, de lo más serio, que "mentaliza" y que "ve" un útero con un embrión adentro que se va desarrollando y yo me muero de amor y ternura y también un pelín de risa, pero más lo primero que lo último. Y no es que me ría por maldad sino de nervios, porque se nota que me da miedo creer, pero sobre todo volver a intentar.

martes, 26 de noviembre de 2013

El árbol del navidad

Me quiero comprar un árbol de navidad. No hay chicos en la casa y no soy católica, pero no me importa. Amo los arbolitos. Me divierte armarlos, colgarles las bolitas, combinar los colores, poner las luces, enroscar las guirnaldas; disfruto en partes iguales tanto del proceso de armado como del clima de fiesta que enciende en las casas cada noche. Nunca lo dije. Siempre fingí que no me importaba: una estudiante de la Facultad de Ciencias Sociales no puede morirse por armar un arbolito de navidad, horror. Pero con cada año que pasa me voy sacando prejuicios de encima y me acerco de a poco más a quien soy.
El año pasado me casé, este año me compro el arbolito!

sábado, 23 de noviembre de 2013

La aceptación

En un comentario de por ahí abajo una lectora tocó un punto que me parece importante: dijo algo así como que no aceptar las cosas solo las hace más dolorosas. Creo que resistirse, negar, no aceptar, rechazar son reacciones a las que tendemos todos cuando nos vemos enfrentados a situaciones indeseadas.
Acá les comparto una reflexión del Hua Hu Chin* que en estos días me dio mucha paz, me ayudó a aceptar mis circunstancias y por ende a soltarlas:


"Quienes desean encarnar el Tao** han de aceptarlo todo.
Aceptarlo todo significa en primer lugar no tener cólera ni resistencia hacia ninguna idea o cosa, 
viva o muerta, con forma o sin forma.
La aceptación es la verdadera esencia del Tao.

Aceptarlo todo también significa apartarse de cualquier concepto de separación:
hombre y mujer, yo y otro, vida y muerte.
La división es contraria a la naturaleza del Tao.

Renunciando al antagonismo y a la separación 
se entra en la unidad armoniosa de todas las cosas."


* El Hua Hu Chin es un libro chino del siglo 300 d.C. que consta de recopilaciones de textos que transmiten las enseñanzas fundamentales del taoísmo. Si a alguien le interesa, se consigue en la web.
** En una simplificación muy grosera que es lo máximo que puedo ofrecer, con la palabra Tao los orientales refieren a lo inasible que constituye la esencia de la vida, la esencia de la existencia, el flujo del Universo bajo cuya ley se ordenan todas las cosas. Es realmente un concepto muy abstracto.

viernes, 22 de noviembre de 2013

El balance

Lo primero que me pasa cuando voy a llorar es sentir un intenso hormigueo en la punta de la nariz. Esos pinchazos que se me dan por dentro se corresponden, visto desde afuera, con un súbito y completo enrojecimiento de la piel. Después vienen las muecas, las lágrimas y todo lo demás, pero el verdadero indicador del llanto que está por explotar, en mi caso, es la nariz. Por ende, si logro contar algo que me genera dolor sin que se me ponga roja, quiere decir que ya superé la tristeza.
Desde que me enteré del negativo el lunes al mediodía fui haciendo mi recorrido interior y -felizmente- llegué a esa etapa donde puedo contar lo que pasó sin hormigueos ni lágrimas. Estoy contenta por eso. Lo que pasó es triste y no lo puedo cambiar, pero sí puedo decir que fue una experiencia de la que aprendí y/o reforcé algunas cosas muy positivas, a saber:
Que me casé con el hombre indicado. Esta es de las que reforcé, ya lo sabía pero no viene de más recordarlo. Sí, tuve momentos en los que sentí que IC era un desalmado, pero la realidad es que estuvo a mi lado todo el tiempo, mimándome, cocinando, dejándome descansar, pinchándome, etc. Los momentos que manejó con horrible tacto se corrigieron con una charla en la que le expliqué lo que me hacía sentir. Nuestra relación sin dudas salió fortalecida de este trance, lo que no es poco.
Que no hay que encarar un tratamiento tan costoso y demandante a las apuradas. Es un proceso que de por sí es tensionante, por lo que hay que intentar reducir lo más posible las causas externas de estrés. Ojalá pudiera hacer mi próximo intento por ejemplo durante las vacaciones.
Hay que preguntar y sacarse todas las dudas. Yo suelo ser muy respetuosa y no preguntar si no me explican, porque tiendo a pensar que si no me dicen nada es porque no hay nada para decir. Error. No me dicen nada porque no pregunto. La realidad es que como pacientes estamos poniendo el cuerpo y, en mi caso, un monto de dinero importante. Ambas razones justifican de sobra que se nos informe correctamente de todas las etapas y situaciones que vamos transitando.
Y por último, pero no menos importante, que frente a las situaciones de la vida como por ejemplo esta se teje una red de solidaridad y buena vibra que me emociona profundamente. No hay mujer a la que no le haya contado mi situación que, por más desconocida que fuera, no dedicara unos instantes a empatizar conmigo y darme una palabra de aliento, desearme algo bueno, decirme que no pierda las esperanzas, que no baje los brazos. En cada oportunidad sentí un lazo invisible con esa persona, una conexión femenina que me retrotrajo a algo muy tribal, muy simbólico, que me llenó de paz. También reafirmé que tengo pocas amigas pero de fierro, que me quieren y que me apoyan, que me aguantan la neurosis y se bancan mis desplantes. Y también que siempre hay gente nueva y copada dispuesta a dar una mano, una idea o simplemente un abrazo, ya sea cara a cara o virtualmente.
O sea, resumiendo, que perdí una posibilidad, pero gané un montón de cosas que me hicieron crecer y que, sin dudas, me van a hacer llegar más fuerte al próximo intento.
¡¡Por lo menos esto me da positivo!! :)
Buen fin de semana

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Desgano

No tengo ganas de nada. No tengo ganas de estar en la oficina ni de escribir para el taller (no tengo ganas siquiera de ir al taller); tengo una fiesta el sábado y me fallan las ganas de ir; quedé con mis abuelos en llevarlos a un paseo el lunes feriado que ahora quisiera cancelar; hoy tengo turno en la peluquería para tintura y si no fuera por mi Superyó que lo supervisa todo, faltaría con gusto (igualmente, pocas cosas me embolan más que el ritual de la peluquería, las ganas de faltar no son exclusivas de ahora).
Ni hablemos de mi cumpleaños nº 38 la semana próxima, que se va a desenvolver en un escenario muy distinto al fantaseado. Todo se veía más lindo y divertido bajo la luz de mi positivo imaginario, y ahora tengo que adaptarme a la idea de cumplir con las mismas obligaciones pero bajo otras circunstancias, bastante más chotas.
Entera, incrédula y acomodándome de a poco. Así me siento hoy.

martes, 19 de noviembre de 2013

Procesar

Ayer esperé ansiosa que fueran las 17.30. Esperé sentadita en mi silla giratoria, mirando la pantalla y fingiendo trabajar. A la hora señalada me despedí de mis compañeros de oficina en la esquina, y ni bien vi que cada uno había tomado su rumbo dejé rodar la primera lágrima de las mil millones que le siguieron. Lloré un montón; hoy tengo los ojos en compota: soy un pequeño monstruo decepcionado. Por fin 20.30 llegó IC. Me agarró mirando la carpeta del tratamiento, pasando revista a las facturas, las indicaciones de la medicación, un montón de papeles que ya quedaron en el pasado. Me miró, lo miré, pucherié y entendió todo. Revoleó desde la puerta su mochila y corrió a arrodillarse a mis pies y a darme el abrazo más largo, más tierno, más contenedor, más apretado, más humano, más amoroso que podría haber esperado y automáticamente empecé a sanar.
Al rato nos miramos y mantuvimos la siguiente conversación:
Él-"Vení, vamos a hacer cosas de gordos"
Yo-"Dale, vamos a hacer cosas de gordos"
Y nos destapamos una cerveza, nos abrimos unas papas fritas, preparamos una pizza, nos lastramos unos bon-o-bon y nos reímos (yo lloré) y nos reímos más (yo lloré de nuevo), y nos miramos profundo, y nos hicimos promesas y miramos un capítulo de Mad man y nos fuimos a dormir. Me desperté una, dos, tres veces a la noche. Soñé cosas relacionadas al tema, no sé bien qué. Y hoy me desperté y me sentí fuerte.


P.D.: Gracias por el apoyo todos estos días; aunque parezca loco, se siente 


lunes, 18 de noviembre de 2013

Negativo

Así, como una cachetada en el medio de la cara. Y ahora este dolor de cabeza que me clava a la silla de la oficina donde tuve la mala, malísima idea de dejarme llevar por la curiosidad. Total seguro que es positivo. Ingenua. No tuve en cuenta que una de las opciones implicaba lidiar con esta desproporcionada sensación de decepción, con tanto estupor, incredulidad, miedo, tristeza, dolor.
Lloro seca. No quiero montar un espectáculo y menos que mi jefa se entere del resultado antes que IC.
IC... no me imagino afrontar ese momento, darle la noticia. Por qué no me habré atenido al plan original: esperar en casa a que él llegue de trabajar y ver el resultado juntos.
No lo puedo creer.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Recuerdos

Una, dos, tres, cuatro conchillas componían mi hilera de caracolas de mar. Una a una las iba disponiendo despacito sobre el borde marrón, lustroso, del sillón de cuero. El rastro de arena entre ellas testimoniaba mis movimientos indecisos, que buscaban, para cada una, la mejor ubicación posible: simétrica, equidistante. Por debajo de mis piernas sentía subir el frío de las baldosas, pero arrodillada a esa altura la “obra” me quedaba perfecta. Cada tanto miraba de reojo, disimulada, al señor gordo, muy serio, que estaba sentado al lado, en la punta derecha del sillón. Todo el despliegue de arena y conchillas le estaba dirigido, como una ofrenda. Era el anzuelo que se me ocurrió tenderle para cautivar su interés: deseaba locamente que me mirara y me dijera lo que me decían todos los grandes, que qué bonita nena. Así que me hacía la linda, acomodando las conchillas blancas que había juntado por la mañana, sin perder las esperanzas de que funcionara mi seducción de criatura de bucles castaños y nariz respingada. Pero no, no funcionó. Finalmente el señor gordo me miró, pero fue con disgusto y desinterés, y con el dorso de la mano barrió de una vez con todas mis conchillas y su rastro de arena. 
De ese instante suspendido en la memoria recuerdo especialmente la sorpresa, el estupor. También la angustia, que en seguida se me enroscó en la garganta, el fuego de las mejillas y las lágrimas haciendo fila para salir. El señor gordo del sillón de cuero fue uno de los primeros en decirme que no, que el mundo no giraba alrededor mío. Fue en un lobby de un hotel en Atenas, donde pasamos la navidad de no sé que año, ‘81 pongamos. Y todavía me acuerdo del gesto de desprecio grabado en su rostro.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Los ajenos

Uno en esta situación de espera busca alguna pista, una clave, un código secreto a descifrar, algo que nos tranquilice y que nos diga "sí, estás", pero no. Esa señal no aparece. Nada, ninguna, cero. Lo único que hay es una delantera a punto de explotar y algunos pinchazos en el útero, pero según Don Google eso es por la progesterona que me clavo tres veces al día. Así que estamos en el mismo lugar que al principio, compelidos a esperar.
Pero la búsqueda me arrastró por medio internet y me llevó a visitar un montón de blogs y de sitios y demases, y descubrí que yo, que me sentía la peor de todas por lo que conté acá, vengo a ser más o menos Heidi. Eso es NADA comparado con todo lo que sucede ahí afuera. He leído acerca de gente que no puede alegrarse de que su mejor amiga quedó embaraza o su hermana o su prima, gente que deja de ir a los cumpleaños de los hijos de sus amigos porque no puede "tolerar" ver bebés alrededor, mujeres que dejan de verse con personas queridas porque están embarazadas y no "soportan" sus panzas -que viven como una ofensa personal- y mucho menos aguantan verlas disfrutar de sus embarazos. Capaz que tienen amigas de mierda que les refriegan la maternidad por la cara, o que hablan de "amigas" pero en realidad son "conocidas", como ese montón de gente que uno tiene en Facebook y que en realidad importa nada. No sé. Lo que es yo, no sé si seré un bicho raro (probable), pero no siento nada de eso. Sí tuve envidia, no voy a venir acá a hacerme la hipócrita, pero nunca de una amiga. Jamás mi tema con la maternidad empañó la alegría de ver nacer hijos de gente querida. Es más: voy a verlos, los tengo, los alzo, juego, qué me importa, no son míos. ¡Y yo quiero hijos míos! Los ajenos no me hacen sentir ni bien ni mal, son ajenos.
Y, volviendo a lo nuestro, esa es la situación que queremos cambiar. Y estoy a tres días de enterarme de si esta vez lo logré o no.
No sé cómo voy a hacer para abrir los resultados el lunes.
Nervios.


miércoles, 13 de noviembre de 2013

Nos conocemos la cara

Así que era esto, la famosa betaespera, este tiempo detenido en el tiempo que voy avanzando a velocidad babosa. ¿Ansiedad? Sí, tengo. ¿Intriga? Un montón. Pero lo que se dice "pasarla mal"... no, para nada, mucho peor me resultó todo lo anterior. Supongo que debe ser mucho más difícil para las que no trabajan, el tiempo desocupado se debe estirar hasta límites surrealistas, pero -por esta vez, afortunadamente- no es mi caso.
Lo que tiene de bueno este tiempo de espera, suspendido en el aire, es que más allá del resultado es un momento de puro optimismo, pura ilusión. Es tiempo de temor y de ansiedad también, obvio, pero por ahora todo es posible. Hasta que no nos den un resultado que niegue el positivo, todavía estamos en carrera, y eso lo hace un tiempo de bienestar para mí. Acuno un sueño, y está bueno.

martes, 12 de noviembre de 2013

La razones de nuestro silencio

¿Por qué solo un puñadito de grandes amigos saben de la espera que estamos atravesando? ¿Por qué decidimos/sentimos/nos salió no compartirlo con la familia y los amigos in extenso? Un poco supongo que viene de la mano del pudor del acto de concebir un hijo, que en condiciones normales se da en lo más profundo de la esfera de lo privado y que permanece desconocido para todos hasta tanto la pareja decida comunicarlo al afuera. Otro poco -bastante- tiene que ver con la relación particular que tengo con mis padres, que me vuelve reticente a compartir con ellos las emociones fuertes: falta de empatía, inestabilidad emocional y dificultades para expresar los sentimientos (mi madre) y dramatismo y negativismo (mi padre), son las características que más me afectan e irritan de ellos; si a esto le sumamos que los roles "adultos-niños/padres-hijos" en mi casa han sido históricamente invertidos, se comprenderá que no me sienta cómoda reposando en ellos. Un tercer elemento tiene que ver con el manejo de las ansiedades propias y ajenas, que hace que nos resulte preferible poner un cerco perimetral que nos proteja de la invasión para autopreservarnos y lograr mantener la calma.
También estará la consabida precaución, supongo. Porque cuando el año pasado las cosas salieron mal, además de nuestra propia pena tuvimos que lidiar con "los Otros": ese colectivo que, de alguna manera, se sintió interpelado y al que hubo que ubicar para lograr que se respete el deseo de intimidad y silencio que nos urgía.
Supongo que no es cuestionable cómo cada uno siente que debe manejar los episodios vitales de su vida; lo que me da pena es que no sienta compartir con ellos las cosas importantes.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Cumpleaños I

Los 40 de IC llegaron con muchos amigos en casa y rondas de pizza que amasamos con amor y calor el día anterior. Fue un festejo "plan B", ya que la primera idea había sido tirar unas hamburguesas a la parrilla en el patio de mi suegra, pero tres sitios de pronóstico meteorológico on-line nos convencieron de que iba a llover. Por supuesto que hubo sol y humedad la mayor parte del día, pero igual el festejo estuvo bien: más apretados, con más calor, pero en casa. Solo estuvo la familia más cercana, el resto fueron grandes amigos de varias décadas y algunos más nuevos pero igualmente queridos. El regalo más hermoso que recibió fue, sin dudas, un pequeño retrato hecho en acuarelas por un pintor amigo. Yo no tuve tiempo de comprarle nada, pero a él esas cosas no le importan. Secretamente compartimos la ilusión de que nuestro regalo sea otro, pero para confirmar eso todavía falta una semana.

jueves, 7 de noviembre de 2013

A esperar

Culminando este mes ficcional que viví, esta mañana me colocaron en el útero dos posibilidades. Ojalá puedan quedarse a vivir la aventura que les propongo.
Pero, como decía mi tío Pancho: si tiene que ser será, la suerte está echada. Ahora no resta más que esperar.

martes, 5 de noviembre de 2013

Reteniendo el aire

♥ Retengo el aire para que no se me escape este sueño que estoy tejiendo con tanto susto: "Tenemos dos embriones en perfecto desarrollo", le dijo el doc a IC y la cadena siguió hasta mí. Yo no me animaba siquiera a preguntar, preferí que fuera IC quien me dijera lo que hubiera para oír y esta vez me dio buenas noticias. Voy a respirar despacito para que no haya viento en el laboratorio, ya saben, por eso del aleteo de una mariposa... Hay dos embriones mitad él y mitad yo en un laboratorio a 30 cuadras de donde me encuentro, y por ahora el sueño sigue.
El jueves a las 8 am es la transferencia. Son muchas horas hasta el jueves ♥  

lunes, 4 de noviembre de 2013

Día D

Escribo sobre el día D desde la cama, donde guardo obediente el reposo recomendado por mi nuevo mejor amigo: el anestesiólogo, que me hizo pasar un rato genial mientras ellos se ocupaban de pincharme los ovarios en busca de mis preciados óvulos, que al final de cuentas no resultaron ser más que tres y un cuarto dudoso. Por el momento no tengo noticias de nada, solo la panza hinchada y una pila de nueva medicación para los próximos días: ibuprofeno 600, un antibiótico, óvulos de progesterona, aspirineta y ácido fólico.
Yo me quedé algo amargada con eso de que fueran tan pocos óvulos, tanto pinchazo para solo obtener tres o cuatro huevitos, pero nadie más pareció lamentarlo: el doc se mostró optimista, y le dijo a IC que todo había salido perfecto. Mañana van a confirmarnos lo que ya nos adelantaron, que la transferencia sería el jueves. Mientras tanto yo me pregunto si habrán fecundado, si estarán sobreviviendo, si nos quedará material para transferir, un sinfín de signos de interrogación que de pronto acallo pensando que si todo hubiera salido mal, supongo que ya nos lo habrían avisado.
La fecha para la beta es el 18 de noviembre, exactamente dentro de 14 días. En la libreta que le dediqué a esta aventura abrí una página para anotar potenciales actividades distractivas. La cuestión es mantener mi cabeza ocupada, y creo que eso voy a lograrlo más que nada haciendo cosas con mis manos.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Domingo

La calma de saber que ya no hay más pinchazos. Ayer fueron los últimos tres y lo festejé como Maradona el gol a los ingleses en el 86.
El domingo me agarra tomando mate frente a la compu; IC todavía duerme y una suave brisa me cosquillea en los pies; los cobayos se asoman para sentir a qué huelo hoy y escucho los pájaros del barrio cantar por ahí. Siento una rara mezcla de alegría, calma y perplejidad; rara pero linda. Alegría porque se terminó una etapa del tratamiento, la más larga, la más pesada, y alegría también por la posibilidad que se nos abre por delante mañana; calma, porque ya nada me pone tan nerviosa como los pinchazos, ni siquiera el temita de la sedación y de la aspiración de óvulos; y perplejidad porque todavía no puedo creer que mañana, si todo sale bien, en un laboratorio luminoso y cibernético va a comenzar el proceso que puede culminar en vidas humanas, mis -potenciales- hijos.
Es tan de ciencia ficción que no me entra en la cabeza 

viernes, 1 de noviembre de 2013

Monitoreo #4

A punto caramelo. Así estamos -parece- mis óvulos y yo. Ya nos confirmaron que la aspiración será el lunes por la mañana, 8.30 hs. Nos dieron los papeles de consentimiento que tenemos que firmar, todas las indicaciones del caso, el frasquito para la recolección de la muestra y las recetas para la última medicación extra. Restan dos días de pinchazos y listo, basta para mí, basta para todos
Emocionalmente estoy mejor, y no se lo debo precisamente a las hormonas. Probablemente haya ayudado mucho la charla con IC, en la que -lo más amablemente que pude- le expliqué que no tengo resto como para andar controlándome, y que en estos días necesito que tamice absolutamente todo lo que quiera decir: todo pensamiento tiene que pasar, antes de salir, por su CCPI (Comité de Censura Preventiva Interno). Fue una charlita productiva que me alivió mucho, porque realmente no quería llegar al día D peleados. Tampoco tengo mucha cintura como para evitarlo: con los días me fui convirtiendo en una bomba de mecha corta, así que le pedí encarecidamente que se cargue al hombro la responsabilidad del diálogo.
Por lo demás, yo soy muy zorra, porque cuento lo villano e insensible que es pero callo que se está ocupando de la cena de toda la semana, que va a buscar con el auto donde le pido, que hoy que pudo me acompañó al monitoreo, etc.
Ser objetiva, en estos días, me parece imposible. Por suerte, falta menos.