sábado, 30 de enero de 2016

Las vacaciones, un año después


Ayer volvimos de las sierras, estuvimos dos semanas de vacaciones en un lugar super tranquilo, con un arroyo que pasaba a 50 metros del fondo de nuestra cabaña, rodeados de mariposas, libélulas y luciérnagas por las noches, sin internet y con mucha naturaleza. Bastante idílico todo, de no haber sido por el maldito manchado que siguió durante toda la primera semana de vacaciones, incluso empeorando, lo que nos puso bastante nerviosos y convirtió cada ida al baño en una tortura. Hasta que tomé dos medidas: primero pasé dos días en completo reposo, lo cual me aburrió un montón, pero mejoró mucho la situación; en segundo lugar, cambié la administración de la progesterona, que la venía tomando oral (como hice con Emilia sin problemas), a vía vaginal. Santo remedio. De un día para otro se cortó completamente el manchado. Nada. Cero. Y ahí pudimos disfrutar de nuestra segunda semana de vacaciones, que transcurrió mucho más relajada y pacífica. Pero llegó el 28 y con él, el primer aniversario de la muerte de Emilia. Qué día. En general lo llevo bien, la recuerdo con mucho amor, me centro en todo lo lindo que vivimos juntas, etc., pero ese día... madre mía. Lo reviví todo. Mi cuerpo se mantuvo en vilo, tuve ansiedad, malhumor e incomodidad. No podía estar bien ni acá, ni allá, todo me molestaba y me parecía una sinsentido. Y a las 23.05 hs, la hora oficial de su partida, me fui a llorar afuera, al jardín. Y fue sorprendente ver ese vasto espacio negro, que cada noche bullía de vida, con los grillos, las luciérnagas, las mariposas de noche, los búhos y esos raros pájaros nocturnos que cantaban a deshora, completamente desierto. El jardín de luto, haciendo silencio, huelga de vida. Fue raro y reconfortante al mismo tiempo, sentirme abrazada en mi desconsuelo por una noche que parecía triste también, tan insólitamente silenciosa y vacía.
Después el dolor cedió, de a poco fui aflojando, y pude seguir.



PD: Más allá de los sustos, la panza crece!




miércoles, 13 de enero de 2016

Vacaciones, por fin

"Nena, no es momento para hacerte la hippie", me dijo mi obstetra y yo sonreí, un poco avergonzada. Tachamos la carpa y el camping, tachamos el maratónico recorrido que íbamos a hacer por San Luis y Córdoba, lo cambiamos por una estadía mucho más reposada en Tanti, cerca de Córdoba capital, donde puedo recurrir a alguna clínica de ser necesario. No tiene por qué pasar nada, peeero ya sabemos que eso es consuelo de ingenuos, y si hay algo que perdí en estos años es la ingenuidad.
Fueron días de mucho estrés y necesito descansar la mente, la vista, los sentidos; necesito aquietar los nervios y disfrutar; este embarazo está lleno de ambigüedades: una alegría enorme y un miedo enorme. De solo pensar que voy a tener que enfrentar otra vez un scan fetal, de solo pensar que voy a revivir esa situación (con distinto final, espero) me dan ganas de salir corriendo. Queda muchísimo por delante, tengo que cargar pilas para todo lo que se viene. Mientras tanto, agradecida de esta nueva oportunidad que ya se empieza a notar abultada en la zona de la vejiga. Por lo demás, casi ningún síntoma: algún tironcito por acá, algún pinchazo por allá, a veces por las noches una energía vibrante en el útero me dice "persona trabajando", alguna náusea ocasional, nada más. Y como nos suele pasar a todas las que nos cuenta tanto armar un full, cada una de estas señales, las disfruto como una bendición.

viernes, 8 de enero de 2016

Se lo conté a Emilia

Anoche, antes de levantarnos para ir a la ecografía, soñé que le decía a Emilia que iba a tener un hermanito o una hermanita. Le hablaba dulcemente, mientras mi mamá la sostenía en brazos, y a medida que le iba contando ella empezaba a sonreír y a agitar brazos y piernas como hacía cuando se ponía contenta. Me desperté muy feliz con mi sueño. Siento que se lo conté a Emilia y que a ella le gustó ♥

Está y late

Late su corazón en la pantalla, late como una luciérnaga en la noche; palpita y vive, a pesar de los 10 días de manchado, del rojo que me sorprendió el sábado a la tarde, del estrés y del miedo. Existe. Es un botón de vida y anidó, de nuevo, en el centro de mi ser. Que siga la magia, un día más...