martes, 23 de septiembre de 2014

Los días bajo el sol de Emilia

El día que nació Emilia fue un poco primavera, una cosa rara en invierno, calor en agosto. Tendría que haber imaginado que era el inicio de una época de cosas raras. El domingo Emilia cumplió un mes y pudimos festejar su vida y la primavera en casa, juntos los tres. Ella sigue comportándose como un bebé cualquiera, sin síntomas todavía de su problema cardíaco. Seguimos yendo a la cardióloga cada viernes, pero hasta ahora siempre salimos con una sonrisa. Los lunes nos toca pediatra, y, por suerte, también: siempre sonrisas y alivio al ver cómo va aumentando de peso de a poquito. Ya vamos por los 3,150 kg, y tenemos los "problemas" de todo padre: si duerme mucho o poco, los cólicos, la cacona, blablá, la esfera doméstica de la paternidad que creíamos tan lejana que los demás, con sus quejas, nos daban una envidia loca. Ahora nos toca, y es increíble. Cada día hace algo nuevo: pasa un rato más despierta, descubre que tiene voz y que puede usarla, que tiene una mano derecha (la izquierda todavía es anónima) y que puede utilizarla para revolear el sonajero más largo del gimnasio; también descubrió que tiene una mamá y cuando lo recuerda me mira y sonríe.
Mientras tanto yo paso mis días en un tiempo irreal, durmiendo a la par de la leona de la casa, lavando ropa a mano, calentando mamaderas, sacándola a pasear y mostrándole el sol, cantando María Elena Walsh y emocionándome al verla cada mañana con sus ojos profundos anclados en los míos, hipnotizándome.
El amor

domingo, 7 de septiembre de 2014

Emilia, la de los milagros

Bueno, bueno... ¿Cómo contarles y que no parezca mentira, que estoy fabulando, negando, loca perdida?
Suspendieron la operación del lunes de Emilia por su buen estado general. El viernes tuvimos control con la cardióloga; la doctora quiso revisarla con otra colega. Le hicieron radiografías, electro y ecocardiogramas, revisaron su saturación de oxígeno y tiraron una hipótesis arriesgada: al parecer, el corazoncito de Emilia estaría haciendo solo, por sus medios, lo que hubiera hecho la primera de las tres operaciones. O sea, habría chances de que se la pueda saltear y que pase directamente a la segunda en unos meses. Tenemos cita nuevamente con ella en el Hospital de niños el martes próximo, ya que la quiere estudiar con más colegas y ver si esta hipótesis suya es viable. Habría que hacerle un cateterismo para confirmar, pero vamos, un cateterismo no es una operación a corazón abierto!
Así que acá estamos, de nuevo con esta enorme gratitud prendida al pecho y la sensación de paz con el universo. Siento un amor infinito, un agradecimiento inagotable por cada velita, cada rezo, cada estrella fugaz, cada moneda arrojada a una fuente, cada pensamiento, suspiro y recuerdo, cada rosario, cada canto budista que nos dedicaron en estos días.
A mi se me está tatuando en la carne que no hay que perder las esperanzas ni bajar los brazos jamás. Cada una con nuestro karma, todas pasamos eventualmente alguna situación que nos desanima. Bueno chicas, acá está Emilia para recordarnos que hay que lucharla siempre. La vida es de las que dan pelea. Así que vamos leonas!

martes, 2 de septiembre de 2014

Mi pequeña samurai

Acá sí que va una entrada que NO tenía previsto escribir. Ni siquiera nos atrevimos a soñar con esta entrada, simplemente porque nos parecía cosa de ilusos perdidos, de optimistas negadores, pero lo cierto es que el jueves pasado vino la coordinadora del servicio de neo a decirnos que Emilia estaba muy bien, que su patología todavía no se estaba manifestando y que si bien todo seguía igual (tiene la mitad del corazón y hay que operarla, esto es un hecho), lo cierto es que mientras tanto no necesita estar internada. "Así que vamos a darles el alta provisoria, hasta la operación", que va a ser el lunes que viene, el 8 de septiembre, a las 3 de la tarde. Cara de asombro, llanto llanto llanto, emoción que me rapta, me invade, me roba el alma. Y así fue como finalmente el viernes salimos corriendo a comprar sabanitas para el catre, ya que no teníamos ("total, hay un montón de tiempo"), así como también algo de ropita para recién nacido porque todo le queda enorme ("no le traigas ni un gorro porque va a estar en incubadora todo el tiempo"). Me la traje a casa, a mi pequeña samurai. La traje llorando la mitad del camino (yo lloraba, ella dormía sin inmutarse) porque el sueño, la emoción, los nervios y la sensibilidad desbordada son una combinación demoledora, pero a pesar de todo lo disfruté. Cada centímetro de ese recorrido lo paladeé y lo saboreé, mirando embelesada a mi cachorra, que veía la luz del día por primera vez en su vida.

Emilia