jueves, 26 de junio de 2014

31 semanas = 7 meses

Ayer cumplimos oficialmente los 7 meses. Ya tenemos adentro las dos inyecciones de corticoides para ayudar a la maduración de los pulmoncitos de Emilia (no parece venir prematura la cosa, pero por las dudas), así que técnicamente estamos en la gatera!
Estoy empezando a pensar en temas tales como el bolso para llevar a la clínica (solo mis cosas, para ella me dijeron que no tengo que llevar nada. "¿¿Nada?? ¿¿Ni un gorrito??". "No, nada". Bueno, algo de ropa para cuando la llevemos a casa, pero para eso tenemos unos días extras). Supongo que suena un poco exagerado estar pensando en esto ahora, pero me recomendaron que a partir del séptimo mes tenga todo preparado, y considerando que soy medio cuelgue, si me lo propongo ahora capaz que llego a los 8 meses con todo listo, así que arranco con la listita de las cosas a comprar! 
La buena de la semana: hace un par de noches atrás nos llamaron del servicio de neonatología para ver si todo iba bien, si teníamos novedades, resultados de estudios nuevos... No reaccionábamos. Creo que en el fondo estamos más preparados para atender un secuestro virtual; claramente no estamos acostumbrados a que nos cuiden tanto! Qué bella sensación de calma me da saber que estamos todos preparándonos para recibirla  

lunes, 23 de junio de 2014

Y después la calma

Después de mucho hablar y mucho llorar durante tooodo el fin de semana, por fin llegó el momento en que me volvió la paz al alma. Entendí, no, más bien sentí, hice carne la idea de que Emilia representa para mí la finitud de la vida, lo inasible de la existencia y que con ella cada día va a tener que ser una fiesta, una pequeña victoria, una batallita ganada. Y no, no va a llegar ese día que mi mente ansía tan desesperadamente en que la certeza abarque y asegure el futuro; no chiquita, vas a tener que vivir cada día con plena conciencia y conformarte con esta única, pequeña, certeza: hoy la tuviste y la disfrutaste. Mañana empezamos de nuevo. Y de alguna extraña manera esto no me resulta desconocido, porque me sucede a diario al despertar, cuando algún roce, alguna patadita, algún temblor en el centro de mi cuerpo me recuerda, alegremente: "¡Cierto! Emilia, estás acá", y la acaricio como puedo, a través de mi piel.

El vacunatorio

Tuve que ir a ponerme una nueva vacuna y fui al vacunatorio más cercano que me proveía mi obra social. La última vez llegué tan sobre el cierre que no había nadie, pero como fue todo muy -demasiado- rápido y vertiginoso, esta vez decidí salir unos minutos antes de la oficina para llegar un poco más holgada. Error. El vacunatorio estaba lleno. El problema no era el tiempo (porque fui el jueves víspera de feriado), sino el horroroso combo "bebés llorando-sensibilidad exagerada de mi parte", que me obligó a escudarme tras el celular para disimular lo loca que soy que lloro porque lloran bebés ajenos. El fondo de la cuestión fue la siguiente idea, que me cruzó la mente, veloz como una flecha envenenada: "Estos bebés lloran por un pinchazo y a la mía la van a tener que operar(carita de horror de whatsapp). Como era de esperarse, ese fue el preludio de un fin de semana muy cargado emocionalmente hablando.

jueves, 19 de junio de 2014

La culpa que asoma

Mi mente sabe que todo esto es random, que nos tocó a nosotros, que pasó, punto. No hay culpas, no hay explicaciones, posiblemente no haya causas genéticas (a estudiar). Somos uno de esos raros cinco casos que se presentan cada 100.000 bebés nacidos vivos. Igual, se me estruja el alma cada vez que me pregunto por qué no puede ser más fácil, por qué no puedo estar armando su habitación, comprando cosas, con la "certeza" -si es que alguna futura mamá la tiene- de que todo va a salir bien. Y es en esos momentos de desconsuelo (que, por cierto, intento minimizar) que yo como un todo -no ya "mi mente" sino yo, ese conjunto aturdido de mente, cuerpo, corazón, alma- busco culpas. Y en esa búsqueda me pongo mística, y me pregunto si será una lección, si esto será un aprendizaje que me manda la vida por haber sido siempre tan negadora de la maternidad, tan displicente con el tema, tan soberbia, tan pedante.

miércoles, 18 de junio de 2014

30 semanas

Faltan 10 semanas para que Emilia nazca y un abismo se abre ante mis pies. Tengo por momentos las sensaciones más contradictorias sucediéndose, o, mejor dicho, coexistiendo en mí: "que pase ya, de una vez" VS. "que no suceda nunca, que se quede habitándome calentita y a salvo para siempre". Nada está en mis manos, ni una cosa ni la otra me son dadas a elegir.
A veces pienso que lo peor de esta situación es la incertidumbre; los seres humanos nos vamos adaptando a todo, a la larga nos hacemos a la idea, aceptamos. Pero no saber, eso es realmente difícil, sobre todo para gente como yo, que pretende que su cerebro domine todas las cosas. Esto no, a ella no.

lunes, 16 de junio de 2014

El debut

Es domingo. Se nota en la calma con la que doy vueltas en la cama, disfrutando del calor de las sábanas. También se nota en la insistencia con la que miro a IC, a ver si da señales de despertarse. No, no las da, y Emilia mientras tanto se acomoda en mi vientre en reposo. Tengo escondido el regalo debajo de la mesita de luz y estoy ansiosa, esperando que sea el momento de dárselo. La habitación está tranquila, en penumbras: cada tanto se oye algún pájaro surcar el aire chillando, algún vecino que camina descalzo o una corrida de los cobayos que terminó en coleada. No hay bocinas, no hay gritos. Disfruto.
De pronto, un latido rítmico me sobresalta la panza. Pienso que será una patadita y me concentro en descifrar su aleteo. No, es demasiado suave, demasiado pausado, demasiado sostenido... ¡Es hipo!
Emilia tiene hipo y puedo ver contraerse la panza con cada saltito acompasado que da. La alegría me hace reír en voz alta. Me inclino sobre IC y se lo cuento al oído, suavecito: "Emilia tiene hipo".
Él sonríe, dormido, entre sus pelos enmarañados

miércoles, 11 de junio de 2014

Día del padre

También tengo contradicciones en este punto: regalo para IC, ¿sí o no? Tengo puntos a favor y en contra, la diferencia consiste en que no lo dudo: sí, regalo. Ya sé, todavía no se graduó de padre... pero aun así ya está dando sus primeros pasos en lo que supongo debe ser la "peor" parte de la paternidad: la preocupación, la impotencia, el dolor, el miedo a que el hijo sufra, el deseo visceral de que pueda salir adelante y que todo le salga bien, y al mismo tiempo la comprensión de que ese hijo es un Otro, con todas las letras, con todos sus huesos y sus cromosomas, y su personalidad y su fuerza y su destino... Yo, por mi lado, no puedo acelerar el tiempo hasta llegar al momento mágico en que la vea y se enamore de ella, pero puedo comprarle un regalo de su parte que le arranque una sonrisa.
Entonces, regalo sí. Nada del otro mundo, un simple y común pijama, para que recupere el sueño que mi niña le quita, para que la sueñe y la anticipe.

martes, 10 de junio de 2014

Ella, la flor más bella

Mi buceadora de las profundidades se aburre y hace vueltas carnero, estoy segura. De pronto mi panza se mueve estrambóticamente y me recuerda que ella no es un sueño: es real y la tengo adentro. A veces duerme y me olvido, pero nuevamente se sacude, me despierta y soy feliz.

lunes, 2 de junio de 2014

Casi un kilo

Casi un kilo de bebé, eso es lo que llevo en la panza cada vez más prominente que tengo. Una chanchita que ya pesa casi un kilo y que sigue creciendo según todos los parámetros normales, según nos dijo la obstetra que nos hizo la ecografía el viernes. GRAN alivio. Podía suceder que el problema del corazón afectara de alguna manera el crecimiento de los restantes órganos; pero no, parece que las buenas noticias se van llamando entre sí, van armando un cadenita de la que nos agarramos cada vez con más esperanzas. Y de pronto una tarde nos encuentra embobados, riendo ilusionados frente a un monitor, espiando a nuestra hija, la pequeña Emilia, la guerrerita del amor plegada sobre sí misma como toda una yogi. Tiene los pies apoyados sobre su frente, con una manito se toma de un talón, y con la otra se agarra la barbilla, como el pensador.