martes, 11 de octubre de 2016

Reportándome desde el paraíso

No sé cuánto se tarda en tipiar la felicidad con una sola mano, pero en la otra sostengo a Elena, que duerme enganchada a la teta, así que me reduzco a la diestra. Pasan los días y pienso que tengo que escribir, y sin embargo el tiempo se me escurre a velocidad luz, se me va entre pañales, tetas, mamaderas, sacaleche, lavados de ropa tamaño mini con mucho rosa por todos lados, baños nocturnos, llantos, risas, el universo de la cotidianidad que me atrae, me succiona, me posee por completo, así, agotada por momentos y eufórica casi siempre, con dolor de espalda por tenerla (todo el tiempo) a upa, pegadita a mi, pero con la felicidad abrazada al cuerpo, colgando, chorreando.
Y sí, claro, también están los "problemas" cotidianos de las hormonas revueltas y el poco sueño, la lactancia que no se está dando como quisiera, tormentas de verano con IC por estar más irritables... en fin, piedritas en el camino que me recuerdan que la vida siempre es multicolor, y, sin embargo, cuando las pongo en perspectiva y rememoro lo que vivimos hasta llegar acá, hasta llegar a este hoy tan completo e incompleto, me parecen problemas de mentira, chistes de problema, problemas de los que esperaba ocuparme así, tan despreocupadamente, hace mucho tiempo. Mucho.

Mi pequeña suricata

P.D.: Gracias a todas por sus hermosos comentarios y buenos deseos para Elena, son un abrazo al corazón. Lo fueron en las malas... y lo son en las buenas. De nuevo, GRACIAS!

lunes, 29 de agosto de 2016

Y un día nació Elena...

Y mi corazón y mi alma recordaron ese amor gigante, visceral, eterno y perfecto que ya conocían y habían olvidado; ese amor sanador, reparador, universal, que renació y estalló en mil colores a las 9.50 del 25 de agosto. Un amor que inundó el quirófano en ese segundo suspendido en el tiempo, cuando IC me sostuvo la cabeza para que pudiera verla salir a la vida fuera de mi, puchereando, blanca, hermosa, mía...
Bienvenida Elena, bienvenida mi amor!


Amor

domingo, 21 de agosto de 2016

Dos años, Emilia

Hace dos años nacías, mi pulga, mi chiquitita ojos de mar, la gran luchadora de mi vida, mi gran amor; llegabas y me convertías en mamá, me mostrabas lo mejor de la vida, me hacías poner todo en perspectiva, me hacías mejor persona, más valiente, más corajuda, más amadora. En estos días tan especiales en los que estamos esperando que llegue tu hermana estás tanto o más presente que de costumbre, porque para que hoy yo sea esta mujer, y tu hermana esté acá a punto de nacer, y tu papá, y nuestra familia y amigos, para que todos nosotros seamos quienes somos y estemos donde estamos hizo falta que todo fuera exactamente como fue. Hizo falta que vos vinieras y nos enseñaras tanto, y nos mostraras tanto, y nos deslumbraras tanto, hizo falta un fuego tan profundo, tan fuerte, tan brillante como el tuyo para que pudiéramos ver las cosas bajo tu luz.
Te amo Emilia, para siempre, incondicionalmente.
Mamá.


lunes, 1 de agosto de 2016

Empezamos agosto

Arranca el mes que me traerá a Elena, y arranca mi licencia por maternidad, que en los papeles empezó el miércoles pasado, pero que en la realidad no se hizo efectiva sino hasta hoy, de tan tapada que estaba de trabajo. Y, mientras tanto, en este tiempo: 36 semanas cumplidas el viernes pasado, una panza gigante, una beba considerada con su mamá, que se mueve cada vez que me pregunto mentalmente "¿Cuánto hace que no se mueve?". Y una visita al consultorio de la obstetra que terminó en una cata de bombones que le acababan de regalar, porque sí, era la última paciente, y es todo tan relajado esta vez que ni la balanza ni el tensiómetro me arruinan momentos como esos, donde siento que soy una más, que todo está bien porque "es lo normal" (JA). Un curso de preparto abandonado en la mitad, del que aprendí lo justo y necesario (lo daba una señora de 82 años, el curso no era exactamente lo que estábamos buscando, aprendí a respirar y a pujar, pero me permití huir cuando me di cuenta de que no íbamos a salir nunca de ese loop infernal); una excursión con mi mamá al barrio de las telas para comprar las cortinas de mi chiquita; un escritorio pintado para convertirlo en cambiador, una habitación que me permito preparar con tiempo, que disfruto convirtiendo en la habitación de Elena, esperándola. Y siempre, en el fondo del paladar, esa sensación de magia, de bendición, de regalo infinito, de fortuna infinita, de arcoiris al final del camino, esa emoción que me embarga de saber que esto que estoy viviendo es un sueño hecho realidad, y que estoy lista para recibirlo. 
Hola Elena, mi amor, te estamos esperando.

jueves, 7 de julio de 2016

33 semanas y una clase de preparto

Estamos llegando a la recta final, y conocer a Elena es un sueño que ya puedo acariciar con las puntas de los dedos. Me quedan exactamente 11 madrugones por delante y arranco con la licencia por maternidad. Me siento perfectamente, pero estoy pesada, me cuesta mucho despertarme por la mañana; la panza se me pone dura aunque viaje sentada en el colectivo; camino cinco cuadras y en seguida tengo que bajar el ritmo de la marcha porque de nuevo la panza dura, etc., pavadas todas, pero señales de que mi cuerpo necesita más reposo, así que estoy contando los días para poder quedarme, por fin, en casa.
Ayer empezamos el curso de preparto: lo da una señora muy mayor y muy dulce, que tuvo 7 hijos, y que me emocionó en más de una oportunidad con sus reflexiones y relatos. Es tan deseado este momento que todo se vive con una intensidad explosiva. Aprendimos respiraciones y jadeos, cómo puede ayudar la pareja, etc. No sé cuánto de todo eso se pondrá o no en práctica, pero es de nuevo la magia de saber que esto es real y que me está pasando lo que me maravilla. Y voy al curso de preparto y jadeo, y me concentro, porque es el disfrute por anticipado. Es prepararnos para traer a mi chiquita del lado de afuera de mi cuerpo. No lo puedo creer, finalmente, va a estar acá ♥

lunes, 27 de junio de 2016

Ecografía 4 D

"¿Lo decís vos o lo digo yo?", le tiré a IC ni bien salimos, con las narices y ojos colorados, abollando pañuelitos descartables después de hacer la ecografía 4D. "Sí -me contestó él, anticipándose- son un calco". Es que ni bien asomó en cámara nuestra pequeña ranita, nuestra hijita arco iris, botón de vida, ahí, toda seria al principio y sonriente después, con sus ojitos que se abrían y cerraban como ejercitándose a ver, ambos vimos lo mismo: las hermanas se parecen. La misma nariz, el mismo corte de cara, no sé, algo, ahí, marcando el lazo invisible entre ambas, ese hilo rojo que tal vez solo nosotros veamos, que nos enorgullece y nos emociona en partes iguales; Elena, la bella y luminosa Elena, tan Elena y tan familia, tan hija y tan hermana, singular, única y también compartida. Y fue llorar de alegría mientras la veíamos agitar sus manos y fruncir el ceño, abrir la boca, sacar la lengua, ponerse las manos en la cara, sonreír, moverse, vivir y latir, en la panza redonda y gigante. Y fue llorar de alegría, mientras escuchábamos decir "Está todo perfecto, chicos, tranquilos", porque sí, por eso de que siempre lo normal nos resuena a una bendición que no terminamos de asumir; pero también fue llorar de tristeza, de añoranza, de "saudade", de emociones movidas y alborotadas porque sí, Elena, con todo nuestro corazón te esperamos Elena, y sí Emilia, todo nuestro corazón también es tuyo, te amamos y te extrañamos, hija, para siempre.
 

martes, 14 de junio de 2016

¿Un parto vaginal?

Cuando nazca Elena van a haber transcurrido (exactamente) dos años desde la cesárea de Emilia. Yo sé que hoy en día ya no se considera como antaño que una cesárea implica sí o sí otra cesárea, pero también intuía que "lo más fácil/cómodo" para mi obstetra sería programar un día y "te veo en el quirófano". Por eso la última vez que la fui a ver saqué tímidamente -y abriendo mucho el paraguas- el tema: "Ya sé que falta un montón todavía... peeeero para irme haciendo a la ideeeea, quería saber sin considerás que sí o sí voy a cesárea o si podemos arriesgarnos a intentar un parto natural", le tiré sobre la mesa mientras me completaba unas órdenes. "¿Vos qué querés?", fue lo primero que me preguntó, y esa sola pregunta me recordó porqué la quiero tanto y porqué confío tanto en ella. "Y... a mí me gustaría intentar un parto natural". Y así fue como me explicó que para que tuviera un parto vaginal tenían que darse muchas condiciones:

1) Que tuviera líquido amniótico suficiente como para esperar el tiempo que haga falta porque
2) Después de una cesárea no se puede usar oxitocina para desencadenar el parto, ya que las contracciones que provoca pueden ser muy violentas y llegar a romper el útero (claramente no queremos eso)
3) O sea que tanto Elena como yo tenemos que estar óptimas como para poder aguantar hasta que se desencadene solo el parto
4) Tengo que estar dispuesta a que sea un parto muy natural, con poca anestesia e interviniendo lo más tarde posible
5) Y tengo que ser consciente de que tengo probablemente altas chances de terminar en cesárea porque al primer riesgo de nada "no voy a dudar en lo más mínimo y te la voy a hacer".

Yo solo escuchaba "existe la posibilidad", "existe la posibilidad" y estaba contenta como perro con dos colas.
-"Bueno, entonces existe una posibilidad...".
-"Digamos que no tenés un 'no' rotundo. Vamos viendo cómo se va dando todo. Pero sí, existe una posibilidad".

Felicidad extrema ♥

jueves, 9 de junio de 2016

Ecocardiograma NORMAL

Por tener antecedentes de cardiopatía congénita nos mandaron a hacerle a Elena un ecocardiograma fetal, por protocolo. Ya tenía la semi-calma de que hubiera dado todo bien en el scan fetal, pero no sé, ese camino hasta el sanatorio, esa espera a que nos llamen, esa situación en general me incomodaba; quería pasarlo rápido. El mismo doctor que la estudió a Emilia en la panza, el mismo al que fuimos a ver al hospital de niños con ella en brazos. Se acordaba de nosotros, y fue especialmente tranquilizador: "Está todo perfecto, todo lo que se puede ver está genial". Y otra vez ese alivio que parece un bálsamo corriéndome por la cabeza hacia abajo, esa ola violeta que me abraza chorreando una calma dulce y tibia que siempre me sorprende. Me doy cuenta de que estoy tan preparada para la guerra, que la paz me deja entre perpleja y expectante, con esa sensación que tiene uno cuando cree que se olvidó algo al salir, pero no recuerda qué.
Con extrañeza o no, bienvenida, paz. Te esperaba hace mucho, vení, pasá. 

martes, 7 de junio de 2016

Semana 28

La gente me pregunta cómo estoy y yo siempre sonrío y contesto "Bien, re bien". Me miran la panzona y siento que están esperando que me queje, así que por cortesía, para no decepcionarlos, les cuento que estoy anémica y con infección urinaria y se quedan conformes, pero después agrego que eso dicen los papeles, porque yo me siento genial, no me doy cuenta de nada. Me siento feliz, agradecida, siempre agradecida, a cada instante agradecida. Me río todo el tiempo, estoy de buen humor. Y cómo voy a estar, si me siento en Disneylandia. A esta altura con Emilia estaba tremendamente angustiada, lidiando con la aceptación de lo inesperado, haciendo un curso de cardiología acelerado, leyendo todo el día de estadísticas, posibilidades, operaciones, pronósticos, casos que salieron bien, casos que no... Ahora leo sobre bebés recién nacidos. Es un abismo, la diferencia. Me regalaron un libro que se llama "El maravilloso mundo del recién nacido" y disfruto cada cosa que dice porque no puedo creer que todo salga así, bien, "normal". Lo normal es una bendición, un milagro. Hay que ser conscientes de eso. Hay que agradecer mucho, siempre agradecer.

jueves, 12 de mayo de 2016

Semana 24

Los días pasan ligeros, con Elena danzando en su mundo acuático. Me sorprendo de ver cómo responde con pataditas cuando le hablo o toco la panza; se vuelve loca ni bien pasaron cinco minutos desde que empecé a comer, y todos esos detalles me asombran porque jamás creí que podría ir notando las diferencias entre las hermanas desde tan pronto: Emilia no hacía nada de eso, la comida le era indiferente, tenía que tomar una jarra de jugo de naranja para que reaccione, sino, nanai de nanai. Y no recuerdo que respondiera a mi voz tampoco, pero ella era así, tan "independiente" desde chiquitina, mi estrellita ♥
Son dulces los días con la panza redonda y grande; la vida fluye, y me siento agradecida a cada minuto. No pasa ni un solo día en que no me sienta afortunada, bendecida, en que no agradezca este milagro, mi niña candombe, mi bebé arcoiris. Estoy aprendiendo a vivir un embarazo sin sobresaltos, estoy dejándome sorprender por la calma. Estoy disfrutando con todos los sentidos, con el alma y el corazón enteros cada milisegundo de esta hermosa aventura, de este regalo de la vida.

viernes, 15 de abril de 2016

Scan fetal: prueba superada

Mastico gomitas bien azucaradas para ver si ayuda a que Elena se mueva; ella abre y cierra su boquita, se mete las manos, los deditos en la boca; el doc me regala una foto de ese perfil que me tiene embobada sonriendo en la penumbra y mientras tanto ella decide que no, "Así está bien mamá, me quedo mirando para el otro lado", y yo que pienso "Ma'sí, hijita, quedate así, abrazadita a mí", y me río porque sus patadas van para adentro, su espalda le apunta a la panza y el médico hace malabares para ir encontrándola. Todo en ese momento es perfecto y feliz. Me tocó el médico más empático, más amable, más comprensivo y más dulce del mundo, que hasta se acordaba del caso de Emilia y quién le había hecho el scan en su momento. Con paciencia infinita me fue mostrando la cabecita, los ojitos, dos manos, dos pies, dos riñones, vejiga, piernas, brazos, contamos cuatro cavidades en el corazón y un andar perfecto: "Ves, escuchá el flujo, es de manual" y yo que lloraba y nos repartíamos pañuelitos con IC porque el corazón siempre es esa parte que nos hace llorar, y el doc más dulce del mundo me dice con toda su suavidad: "No, mamá, no llores, mirá la pantalla, esto disfrutalo, está todo bien, está todo bien..." y cómo no ser feliz... Me estalla el corazón de alegría infinita. Era así de lindo pasar por un scan y que salga todo bien. Era así de maravilloso, mágico, simple y complejísimo a la vez. Así de desconocido, así de disfrutable.
Hoy cumplimos 21 semanas. Elena, te esperamos, mi amor ♥

lunes, 4 de abril de 2016

Cambios

Tuve una reunión con mis jefes y me avisaron que la editorial en la que trabajo va a cerrar. Que el modelo de negocios, la rentabilidad, la crisis, los créditos a tasas altísimas, etc. No se sabe cuándo exactamente, pero es un hecho. También me dijeron que no tengo de qué preocuparme ya que estoy embarazada y la ley me ampara, pero que además por los doce años juntos y el cariño que me tienen y mi desempeño de siempre y yo que sé me van a mantener el sueldo durante un año, para que pueda atravesar con tranquilidad el embarazo y el puerperio, y luego la indemnización por despedirme.
Qué puedo decir. Es el final soñado de una relación laboral. O sea, si esto tenía que pasar, ciertamente pasó de la mejor manera posible. Poder quedarme en casa unos meses cuidando el bebé es un sueño hecho realidad. La inseguridad de encontrarme sin trabajo en un tiempo signado por la crisis es real, pero también lo es que cumplí un ciclo en este lugar, y que me costaba mucho cerrarlo. Salir de la zona de confort es un desafío, pero por suerte IC conserva su trabajo y no parece peligrar, así que nos ajustaremos bastante, pero hambre no vamos a pasar. Y bueno, es una buena oportunidad para ponerse creativos.
O sea, en el fondo, estoy contenta.

jueves, 31 de marzo de 2016

Una cuestión de perspectivas

Leo los chistes que circulan por ahí de madres que describen de manera graciosa cómo es bañarse antes/después de tener un hijo, cómo es todo, la vida en general antes y después de los hijos, y leo también las bromas de Guía (inútil) para madres primerizas que tanto me insistió mi amiga N. para que lea... y la verdad es que apenas si me sacan una sonrisa. Sé que toooodo es verdad, estuve ahí por unos (demasiado escasos) 5 meses y sí, las duchas se convierten en una proeza, y las actividades más tontas y cotidianas se vuelven un desafío para el ingenio, pero... qué hermoso poder "quejarse" de todo eso. Qué ansiado, preciado, deseado sueño... Sí, es normal, es normal quejarse, porque en el fondo de la queja graciosa estoy segura de que lo que hay es un gran orgullo de ser mamá, y un gran amor, y la convicción de que no lo cambiarían por nada en el mundo, y sí, el cansancio pesa, y el sueño pesa, y la abrumadora cantidad de tareas que se suceden en un bucle infinito pesan... y el humor es una gran herramienta para lidiar con todo eso! Sin embargo, casi no veo ni leo ni escucho a las amigas infértiles que finalmente lograron ser mamás quejarse. Sí desesperarse por no poder consolar a sus bebés, por verlos sufrir de cólicos y no poder hacer demasiado, o porque les parte el corazón escucharlos llorar, etc. pero lo que es quejarse, por ejemplo, de no tener tiempo para sí mismas o de no poder dormir..., no, eso sí que no se ve mucho en el mundo infértil. Se nota que tanto deseo acumulado prepara para disfrutar hasta de lo inverosímil. O forja la paciencia, no sé. En un punto, es una cuestión de perspectivas, porque ¿cómo no relativizar los problemas de la maternidad sabiendo que la otra opción era no tener hijos? Bueno, alguna ventaja tenías que traer, maldita infertilidad...

lunes, 21 de marzo de 2016

Doce años

Hoy se cumplen 12 años desde el primer beso que nos dimos con IC. Al día siguiente me dio las llaves de su casa, al tiempo tuve un estante en el placard, pocos meses después me instalaba con mis petates para arrancar oficialmente la convivencia. Podría decirse que nos encontramos dos locos con las mismas ganas de amar, y le pusimos garra. En estos doce años todas fueron rosas. Naaaah, ni a palos, tuvimos nuestras peleas bravas, bravísimas, para colmo los primeros cinco años de relación vivimos al lado de mis suegros, imaginen el cuadro. Costó acomodarnos, construir lo nuestro, nuestros códigos, nuestras condiciones; él muchas veces se desconcertaba, yo fui muy pesada, pero supongo que no tanto, porque acá estamos. Algunas cosas nos salieron muy fáciles, otras muy difíciles. Seguramente si no hubiéramos estado juntos no nos hubieran pasado las mismas cosas, pero ni aun así me arrepiento de nada. Con los años el amor creció: con cada palo de la vida, creció. Con cada pelea que ayudó a que nos entendiéramos mejor, creció. Con cada drama, creció. Y sigue creciendo, y multiplicándose ahora también, en épocas más felices. Ojalá sigan las épocas felices, y ojalá siga creciendo el amor, el motor de mi vida.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Las cosas que me pregunto

Me pregunto cómo voy a hacer para que Emilia pueda ejercer su lugar de hermana mayor desde allá, lo más profundo y brillante del cielo, sin por eso confundir/angustiar/hacer frickiar al bebé/niñ@ nuevo. Para nosotros es muy natural la presencia de Emilia en nuestra casa; para mí en particular es muy natural también desafiar la incomodidad de la gente y hablar de ella cuando se me cantan las ganas. La más de las veces sucede que los demás se enganchan recordándola y siempre terminamos riéndonos de alguna anécdota o de alguna particularidad de su carácter, y espero que sea exactamente esa naturalidad la que rija la relación de este bebé con su hermana mayor. Pero a veces temo que se lo termine tomando tan natural que vaya por ahí diciendo que tiene una hermana que nadie ve, y que la marquen por eso.
También me pregunto cómo se hace para naturalizar un concepto tan difícil como la muerte para un bebé/niño pequeño. Se supone que hay edades para ir introduciendo a los niños a los conceptos existenciales difíciles, a medida que vayan preguntando, y eso. Pero si tengo fotos de Emilia, seguramente el bebé nuevo va a preguntar dónde está ella mucho antes de lo que preguntaría por la muerte. A su vez, no tener fotos no contribuiría a mi deseo de naturalidad... No sé, es simple y complicado a la vez. Lo único que sé es que este bebé va ganando una existencia más real y concreta para mí, y empiezan a aflorarme preguntas que no tengo idea de cómo responder.

martes, 1 de marzo de 2016

Bajo riesgo

Tenemos los resultados del tan temido triple screening: dan muy bien, muchísimo mejor de lo que se espera por mi edad, muy bajo riesgo de las principales trisomías, bajo riesgo de preeclampsia, bajo riesgo de restricción del crecimiento intrauterino. Bajo riesgo, música para mis ojos. Estuve muy tranquila esperándolos, creo que los nervios se me pasaron cuando vi a la ranita moverse en la pantalla, cuando vimos su corazón... Sin embargo me abalancé como una desesperada sobre los resultados y sentí un profundo alivio cuando los vi tan buenos. Acto seguido me acordé del comentario de una lectora que cuando estaba haciendo mi descargo de por qué NO me quería hacer este estudio me dijo algo así como "Bueno, si sale bien es un motivo más para estar tranquila" y sí, la verdad que sí, me sentí super feliz y aliviada, como si hubiera sido la fan Nº1 del triple screening. Se hace lo que se puede en este camino de las angustias.
Por lo demás, sigo viviendo en una nube de felicidad. Creo que estoy pasando por un momento muy feliz, y viví tan infeliz durante tanto tiempo que se está potenciando al infinito; digamos que estoy casi maníaca, pero de felicidad. No se me va.
Cuarenta veces al día sueño despierta con mi casa sumida en ese raro silencio que tiene a media mañana, la luz alegre que entra por las ventanas iluminando mi cama, y me imagino el momento en que pueda levantar a esta ranita por debajo de sus axilas, sosteniendo su cabecita con el resto de los dedos para que no se le bambolee, y pueda por fin meter mi nariz en el pliegue calentito de su cuello con olor a bebé, tibio olorcito a bebé mezcla de leche con miel, y me inunda una felicidad que me duele, me dan ganas de llorar. Así es la felicidad para mí en estos días, una emoción enorme ahí, a flor de piel, buscando siempre una excusa para salir.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Vivir flotando

Desde el jueves pasado que vivo en una nube, una nube esponjosa y azucarada de la que no quiero bajar. No recordaba cómo era sentirse feliz, pasé tanto tiempo en pena que esto que estoy viviendo se siente como una inyección intravenosa de cafeína. Pienso en el futuro y me emociono, se me llenan los ojos de lágrimas (de alegría) unas 15 veces por día, promedio.
Mi hermana irrumpe con sus conflictos irresueltos y sus reclamos, reflota papiros de cosas que dije hace un lustro, y yo me siento a mil millones de kilómetros luz, siento que conocí en primera persona los verdaderos problemas y que ya no hay lugar en mi vida para esa clase de mala sangre; ningún conflicto familiar puede afectarme como en la era pre-Emilia, ni tampoco puede opacar esta alegría nueva que se me tatuó en la cara, que se me escabulló en el corazón, que me dominó el alma.
Igual, qué pena, sobre todo por ella. Pero qué alegría, sobre todo por mí.

jueves, 18 de febrero de 2016

Está, late, salta y patea

Me acosté en la camilla al borde del desmayo, y traté de pensar en nada mientras me ponían el gel en la panza y empezaban a buscar en el monitor. Instintivamente lo miré a IC, que estaba parado a mis pies, también mirando la pantalla, y cuando vi que empezaba a sonreír y a ponérsele vidriosos los ojos, supe que estaba bien. Le pregunté levantando las cejas en silencio y me contestó con la cabeza "Sí", un profundo y afirmativo sí que confirmaba que el bebé estaba bien, estaba vivo, lo veía moverse. Y ahí me largué a llorar exageradamente, como hago siempre que me alivio después de un gran estrés, y la doctora me calmó, me rotó el monitor para que lo viera y me tranquilice, y luego nada, nos reímos con cada protesta de la médica, que se quejaba de que era demasiado movedizo, que no se quedaba quieto jamás. Quieto jamás, qué hermoso suena.
Todas sus medidas dan bien, y, conociendo los antecedentes de Emilia, la doctora se tomó la molestia de mostrarnos en detalle su corazón: "¿Ven? Acá se ven claramente las cuatro cavidades; a priori, en lo que se puede ver en esta etapa, a nivel cardíaco pareciera estar todo bien". Y ahí ooootra vez a llorar, que es la alegría que a uno lo desborda, el alivio, qué se yo, tantas, tantas cosas...
"¿Quieren saber probabilidad de sexo?", nos preguntó. "OTRA NENA". Y sí, cómo no iba ser así...
Por primera vez desde que me enteré del nuevo embarazo siento una alegría enorme. Siento alivio. Siento felicidad. Sé que todavía nos queda muchísimo por delante, sin ir más lejos, el scan fetal, el cuco de mi mente. Pero hoy, en este momento, ahora mismo, ya, no puedo dejar de sentir felicidad y de pensar en mis hijas, Emilia y Elena ♥

lunes, 15 de febrero de 2016

La ecografía que me espera

Este próximo jueves voy a estar de 12 + 6, o sea, casi 13 semanas, y tengo turno para la TN plus: la ecografía que mide no solo la translucencia nucal (que supuestamente sirve de indicador para ciertos problemas del bebé), sino que combina ese resultado con los de un análisis de sangre que mide dos hormonas secretadas por la placenta. Toda esa información combinada va a arrojar ciertas probabilidades que son las que se supone que tengo, por mi edad y por mis niveles de hormonas, de tener un hijo con síndrome de down o alguna otra afección congénita. Probabilidades que, de dar muy aumentadas, seguramente conllevarán a la tan -por mi- temida punción de las vellosidades coriónicas.
Este estudio me despierta muchas emociones y casi ninguna buena. ¿Por qué? Porque siento que en mi caso, no sirve para nada. Voy por partes:

• En el caso de Emilia, no hice la versión "plus" de esta ecografía (no me la indicaron), pero la medida del pliegue nucal me dio perfecta: 1 mm. De libro. No debería haber dado bien, siendo que mi hija tenía un corazón con ventrículo único.
• Estos estudios detectan cuestiones genéticas, en los cromosomas del bebé. En el caso de Emilia, el análisis genético que se le hizo al nacer demostró que sus cromosomas estaban perfectamente, su problema no tenía un origen genético, sino que había sido una malformación azarosa sucedida al momento de desarrollarse su corazoncito. Según entiendo, estos estudios no hubieran detectado su problema, y supongo que tampoco lo harían en todas las malformaciones posibles que no tengan un origen genético.
• Tengo la impresión, tal vez infundada, de que estos estudios están pensados para que uno pueda interrumpir el embarazo en caso de un resultado desalentador. En mi caso particular, no hubiera terminado el embarazo de Emilia aún si hubiera estado a tiempo de hacerlo y dudo que vaya a hacerlo en este caso tampoco, a menos que se trate de algo terrible para el bebé. En líneas generales soy una optimista perdida, y creo que siempre voy a apostar a lucharla contra viento y marea.
• Lo cual me lleva a pensar en para qué corno me lo hago. Si bien conocer en la semana 22 del embarazo el problema con el que venía Emilia nos ayudó a prepararnos psicológicamente para enfrentarlo y a organizar su nacimiento en el lugar más adecuado posible, etc., la realidad es que nos amargó el embarazo desde muy temprano. O sea, enterarme en la semana 13 de que mi bebé viene con algún problema que no puedo remediar me arruinaría el embarazo de manera bastante gratuita.

Hago la importante aclaración de que el problema de Emi se evidenció a través del scan fetal, estudio que no cuestiono en lo más mínimo, ya que sirve para detectar un montón de cosas del bebé, de la placenta, del cordón umbilical, del líquido amniótico, etc., muchas de las cuales sí tienen solución o por lo menos se puede tomar medidas para paliarlas. Lo que me pregunto es cuál es la utilidad, no en general, sino en mi caso absolutamente particular, de hacerme esta TN plus, que de todas maneras, a pesar de todo, voy a hacerme sin chistar, solo porque me la indicó mi obstetra en quien confío, y punto.
Creo que lo que estoy haciendo en esta entrada es decir "al cabo que ni quería", porque tengo tanto miedo de que me dé mal, tengo tanto maldito terror de volver a pasar por todo lo que pasé, que preferiría no hacerme una ecografía nunca más y vivir como en la época de mi mamá, donde te escuchaban el corazón del bebé a través de una corneta que te apoyaban en la panza y chau picho, cuando nazca te enterarás si es nena o nene, si es sano o no, si tiene todo en su lugar y cinco dedos en cada mano. Creo que simplemente es el miedo el que habla por mi boca.
Voy a enfocarme en que esta es una nueva oportunidad para ver al bebé, y en que tal vez, con un poco de suerte, este estudio me diga que "probablemente" todo esté bien, y, lo más importante, que tal vez yo pueda creerle.

viernes, 12 de febrero de 2016

12 semanas, por fin

Hoy, doce semanas de embarazo y siento como si hubiera llegado al casillero "cielo" jugando a la rayuela. Al mismo tiempo, una ansiedad bárbara va y viene, golpeándome por oleadas: desde que el manchado se fue, hace ya casi 20 días, perdí comunicación mental con mi útero. O sea, hasta ese momento yo sabía a ciencia cierta que el embarazo estaba y mi miedo era perderlo; pero después de los manchados, si el embarazo sigue o no, para mí es un misterio. Creo que continúa porque la panza sigue hinchadita allá abajo, a la altura de la cesárea, y porque en los momentos de calma "me siento embarazada". Por lo demás, ningún síntoma es de fiar (con la cantidad de progesterona que me estoy metiendo es imposible), y todavía estoy en ese limbo en el que el bebé puede estar bailando una chacarera ahí adentro que una ni se mosquea. No veo la hora de empezar a sentirlo; sé que falta como un milenio todavía, pero QUÉ GANAS.
Mi próxima ecografía es el jueves que viene; no veo al bebé desde la semana 7 y hasta entonces, ninguna certeza de nada.
(Igual, qué alivio saber/creer que llegamos hasta acá ♥)

sábado, 30 de enero de 2016

Las vacaciones, un año después


Ayer volvimos de las sierras, estuvimos dos semanas de vacaciones en un lugar super tranquilo, con un arroyo que pasaba a 50 metros del fondo de nuestra cabaña, rodeados de mariposas, libélulas y luciérnagas por las noches, sin internet y con mucha naturaleza. Bastante idílico todo, de no haber sido por el maldito manchado que siguió durante toda la primera semana de vacaciones, incluso empeorando, lo que nos puso bastante nerviosos y convirtió cada ida al baño en una tortura. Hasta que tomé dos medidas: primero pasé dos días en completo reposo, lo cual me aburrió un montón, pero mejoró mucho la situación; en segundo lugar, cambié la administración de la progesterona, que la venía tomando oral (como hice con Emilia sin problemas), a vía vaginal. Santo remedio. De un día para otro se cortó completamente el manchado. Nada. Cero. Y ahí pudimos disfrutar de nuestra segunda semana de vacaciones, que transcurrió mucho más relajada y pacífica. Pero llegó el 28 y con él, el primer aniversario de la muerte de Emilia. Qué día. En general lo llevo bien, la recuerdo con mucho amor, me centro en todo lo lindo que vivimos juntas, etc., pero ese día... madre mía. Lo reviví todo. Mi cuerpo se mantuvo en vilo, tuve ansiedad, malhumor e incomodidad. No podía estar bien ni acá, ni allá, todo me molestaba y me parecía una sinsentido. Y a las 23.05 hs, la hora oficial de su partida, me fui a llorar afuera, al jardín. Y fue sorprendente ver ese vasto espacio negro, que cada noche bullía de vida, con los grillos, las luciérnagas, las mariposas de noche, los búhos y esos raros pájaros nocturnos que cantaban a deshora, completamente desierto. El jardín de luto, haciendo silencio, huelga de vida. Fue raro y reconfortante al mismo tiempo, sentirme abrazada en mi desconsuelo por una noche que parecía triste también, tan insólitamente silenciosa y vacía.
Después el dolor cedió, de a poco fui aflojando, y pude seguir.



PD: Más allá de los sustos, la panza crece!




miércoles, 13 de enero de 2016

Vacaciones, por fin

"Nena, no es momento para hacerte la hippie", me dijo mi obstetra y yo sonreí, un poco avergonzada. Tachamos la carpa y el camping, tachamos el maratónico recorrido que íbamos a hacer por San Luis y Córdoba, lo cambiamos por una estadía mucho más reposada en Tanti, cerca de Córdoba capital, donde puedo recurrir a alguna clínica de ser necesario. No tiene por qué pasar nada, peeero ya sabemos que eso es consuelo de ingenuos, y si hay algo que perdí en estos años es la ingenuidad.
Fueron días de mucho estrés y necesito descansar la mente, la vista, los sentidos; necesito aquietar los nervios y disfrutar; este embarazo está lleno de ambigüedades: una alegría enorme y un miedo enorme. De solo pensar que voy a tener que enfrentar otra vez un scan fetal, de solo pensar que voy a revivir esa situación (con distinto final, espero) me dan ganas de salir corriendo. Queda muchísimo por delante, tengo que cargar pilas para todo lo que se viene. Mientras tanto, agradecida de esta nueva oportunidad que ya se empieza a notar abultada en la zona de la vejiga. Por lo demás, casi ningún síntoma: algún tironcito por acá, algún pinchazo por allá, a veces por las noches una energía vibrante en el útero me dice "persona trabajando", alguna náusea ocasional, nada más. Y como nos suele pasar a todas las que nos cuenta tanto armar un full, cada una de estas señales, las disfruto como una bendición.

viernes, 8 de enero de 2016

Se lo conté a Emilia

Anoche, antes de levantarnos para ir a la ecografía, soñé que le decía a Emilia que iba a tener un hermanito o una hermanita. Le hablaba dulcemente, mientras mi mamá la sostenía en brazos, y a medida que le iba contando ella empezaba a sonreír y a agitar brazos y piernas como hacía cuando se ponía contenta. Me desperté muy feliz con mi sueño. Siento que se lo conté a Emilia y que a ella le gustó ♥

Está y late

Late su corazón en la pantalla, late como una luciérnaga en la noche; palpita y vive, a pesar de los 10 días de manchado, del rojo que me sorprendió el sábado a la tarde, del estrés y del miedo. Existe. Es un botón de vida y anidó, de nuevo, en el centro de mi ser. Que siga la magia, un día más...