No voy a contratar la partera que trabaja con mi obstetra por un montón de razones, entre las cuales me parecen las más importantes las siguientes:
* voy derechito a una cesárea mega programada que tiene en vilo a medio sanatorio
* ya conozco el edificio, la admisión, el lugar donde está el quirófano, donde voy a estar yo, donde va a estar la beba, etc.
* también conozco al personal del servicio de neonatología, a los médicos, al cardiólogo, al cirujano, etc.
* IC puede estar conmigo en todo momento.
No le veo, sinceramente, la utilidad. Ni qué decir que para mí el parto es el medio [para no decir el trámite] por el cual vamos a llegar a lo realmente importante: Emilia y su salud. No tengo posibilidad de hacerme problema por el parto porque tengo un miedo mucho mayor y superador que es
lo que viene después. Por otra parte, conociéndome el carácter y las mañas, temo que pueda ser altamente contraproducente para mi humor tener una persona encima en un momento tan delicado, de tanto nerviosismo y emocionalidad al palo.
Lo conversé con IC, con mi obstetra, con amigas que fueron madres; todos coincidieron en que era razonable que me atienda la partera de guardia.
El día del primer monitoreo, la Lic. en obstetricia que me hizo el estudio me preguntó si ya conocía a la partera, y yo le expliqué brevemente todo esto. Me miró con una cara de sorpresa que me asustó. Me hizo sentir una paria, diciéndome que bueno, que las chicas en general se sienten más tranquilas de conocer a la partera con anticipación, de tener un referente, que la partera es la persona que me acompañaría en todo momento, que tendría alguien a quien llamar en cualquier horario para sacarme las dudas, etc. Le contesté que seguramente estas chicas de las que me habla no deben esperar un bebé con cardiopatía congénita y que irían a parto natural, en cuyo caso yo también contrataría sus servicios, que seguramente me serían de mucha utilidad en tal situación, la cual, lamentablemente, no constituye mi escenario. Fin de la conversación.
Me fui de la consulta con un sabor amargo, la semilla de la duda ya estaba instalada. Más tarde, amigas se encargarían de disiparla a los gritos, con argumentos del estilo "a mi me chupaba un huevo el médico, te imaginás la partera, lo único que quería era que me ayuden a liberar a Willy y volvernos a casa" y demás exageraciones que me hicieron reír y volver en mí. Pero qué feo generarle inseguridad a una persona en mi situación por mero corporativismo!