lunes, 17 de junio de 2013

Lunes

El lunes es un día en el que vivo en una especie de limbo. Con el pipipipip-pipipipip-pipipipip del horrible despertador, arranco temprano la difícil tarea de sacudirme de encima los resabios del fin de semana, ese mundo paralelo en el que vivo cuando no vengo a la oficina y en el que soy una persona tan distinta a la de lunes a viernes. Esa tarea continúa a lo largo del día; no creo que pueda decir que ingreso realmente en la semana sino hasta el martes; el lunes me lo tomo como un día de adaptación, como hacen con los niños que necesitan ir de a poco con el sistema escolar. Tengo todavía demasiado presente la sensación de los días sin horarios, o con horarios pero de los otros, los que se eligen, o tal vez ni siquiera, pero por lo menos horarios propios, del ámbito de lo privado, que hace que se sientan distintos.
Es como que todavía me salen mariposas de colores del pelo, la última sale el lunes al atardecer y en general no vuelven sino hasta el viernes a la tarde. 
Está mal, no debería perder mis colores los días de semana.

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