martes, 11 de febrero de 2014

Volver un poco

Volver lentamente, remoloneando, empujada por la lluvia y los mosquitos que me dijeron "Basta, ya tuviste suficiente costa, volvé a tu casa y encontrate con tu cama comodísima y tus plantas y tus cosas y el silencio", aaaaah el silencio... Son un tema los dúplex en la costa, sobre todo cuando uno vive medio a contramano y pretende ser dos en el lugar donde habitan por lo general 6 u 8 con perro, trailer, kayak, cuatri y moto. Pero  está el mar, que todo lo malo lo borra; ya con solo verlo basta, ese mar inmenso que se extiende para los costados y para el fondo y que se empalma con el cielo, a veces de un color, a veces de otro; ese mar enamorado de la arena que la envuelve con su espuma blanca, el mismo que nos custodia y nos arrulla con su canto en las larguísimas caminatas que hacemos casi todos los días por su orilla, planeando, soñando un poco, imaginando cómo será, armando castillos de palabras que se erigen sobre la arena mojada y las manos entrelazadas.

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