jueves, 25 de abril de 2013

La crisis de ansiedad

No sé qué fue lo que me pasó ese fin de semana, no sé si califica para crisis de ansiedad o qué. Ni idea de rótulos, simplemente puedo decir que viví unas 72 horas bastante chotas y monotemáticas, durante las cuales mi trending topic fue: “¿Estaré embarazada o no?” y sus múltiples argumentos a favor y en contra (por ejemplo: “En contra: me bajó la temperatura corporal. A favor: tengo un retraso de tres días”), y sus múltiples consecuencias por la positiva y por la negativa, con picos de estrés que se agudizaban con cada ida al baño.
No se puede vivir así, es una locura. Todos los meses lo mismo: uno, dos, tres días de duda existencial y de nuevo la decepción, o el intento por ni pensar en eso y seguir para adelante como si nada, para tratar de minimizar el impacto emocional que me provoca cada menstruación.
Para peor, todo este acontecer emocional que se me desarrolla adentro, en algún lugar impreciso entre el corazón y el cerebro, lo padezco envuelta en el máximo silencio, porque me resulta IMPOSIBLE la idea de compartirlo con IC. ¿Qué tiene de malo admitir que sufro por el mismo tema que viene ocupando y preocupando al conjunto de la humanidad desde su primera camada? Ni idea. Nada, supongo. Es más, si viniera alguna amiga y me contara lo que le pasa le diría “pero no seas boluda, compartilo con él, que la carga se aliviana cuando uno habla de las ansiedades y además la decisión es de los dos y blablablah”, pero la realidad es que me resulta imposible hacer un berrinche público por un negativo en un Evatest. No lo resisto. Simulo que no me importa, que entiendo, que la próxima será, que al final tampoco es que la vida se me va en eso… 
Después la frustración se abre camino bajo múltiples máscaras: malhumor, tristeza, irritabilidad... you name it. A mi me rebota y a vos te explota. Bah, a mí también me explota.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario