martes, 15 de octubre de 2013

Los tiempos

Los tiempos son muy rápidos. Y cuando digo muy, no exagero: hay que esperar la próxima menstruación, se toma una montaña de medicación y se hace un seguimiento durante diez días, se extraen los óvulos, se fecundan, se esperan otros tres o cuatro días y -si sale todo bien- se implantan. No sé bien qué idea cibernética y ficcional tenía yo respecto del tratamiento, pero ciertamente nunca caí en la cuenta de que todo esto no es más que un tratamiento ajustable a un ciclo biológico: se trata de amalgamarse a él, darle una manito, intervenir ingenierilmente, pero manejando exactamente los mismos tiempos que en la naturaleza más natural. Y por más lógica y pavota que parezca esta reflexión, nunca se me había ocurrido, por lo que salir del consultorio de F., mi nuevo médico de fertilidad, a sabiendas de que en el mundo de los condicionales existe la posibilidad de estar embarazada el mes próximo me resultó todo un hallazgo que me dejó como caminando sobre nubes. Y no digo solo de felicidad, sino también de sorpresa.

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