miércoles, 8 de mayo de 2013

Días de sopa

Habitualmente voy a comprar mi almuerzo "a los chinos", una rotisería vegetariana que hay cerca de la oficina y que resulta muy interesante por varias razones: la comida es sana, hay bastante variedad, es barata, me queda cerca, etc. Desde que descubrí este lugar, cosa que constituyó todo un hallazgo, mis almuerzos de los últimos dos años se resolvieron con final feliz. Eso hasta que la semana pasada una compañera encontró una cucaracha en su bandeja, mezclada entre el arroz y no sé qué verdura. Ahí se terminó mi idilio con la comida oriental y tuve que buscar alternativas. Revisando mis opciones, volver a la comida de panadería se tacha de la lista, no porque no me guste (podría vivir comiendo hidratos de carbono), sino porque no va muy en la línea de bajar esos kilos que subí cuando dejé de fumar. Pizzas y empanadas: descartado por la misma razón, a la que se suma el aburrimiento a la semana. Las opciones más elaboradas como ir a la verdulería y comprar para armar ensalada me dan fiaca, otras como encargar vianditas light, se me van de presupuesto y además superan mi capacidad organizativa, etc. así que decidí, por lo menos para zafar durante esta semana, cambiar almuerzo por desayuno y arreglar el mediodía con esas sopitas instantáneas acompañadas con galletas de arroz. De paso, tiene los positivos efectos colaterales de: 1) incorporar nutrientes a la mañana (cosa que jamás hago, no importa cuánto me insistan en que el desayuno es la comida más importante del día), y 2) obligarme a ingerir menos calorías en, por lo menos, una de las dos comidas diarias. Como la cena es más difícil de negociar (IC se pone firme con el morfi), el almuerzo es una buena opción. Sé que no voy a resistir más de una semana, pero mientras tanto... sopa y cartón prensado. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario